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Pan con chocolate y la virtud de guardar secretos.

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Pertenezco a la generación de las meriendas de pan con chocolate. He calculado que entre los 5 y los 12 años habré pasado unas 3.000 tardes en el parque, con amigas, haciendo deberes, o viendo la tele con un trozo de pan con chocolate en las manos.

Por eso es cuestión de probabilidad o estadística que algunas de las cosas más significativas de mi infancia me sucedieran acompañada de unas onzas de La Campana de Elgorriaga.

Efectivamente me caí del guindo con lo de los Reyes Magos bocata en mano. Ese poder relajante del cacao de que todos hablan no funcionó para nada en aquel momento. Por eso cuando mi madre me dijo "y no se lo digas a tu hermana", ante mi insistente pregunta, no tardé ni un cuarto de hora en revelarle el secreto. Pretendía de alguna forma sentirme acompañada en el sentimiento cosa que no conseguí pues mi hermana, cuatro años menor, no me dio el más mínimo crédito.

Desde hace ya tiempo he retomado la buena costumbre de "el pan con chocolate", y se lo vengo ofreciendo a mis hijos como merienda. También trato de aleccionarles en la virtud de saber guardar secretos y de lo serio que es el asunto.

Si bien el chocolate es una de las cosas más tentadoras que conozco, hay personas a las que les resulta aun más difícil vencer "la tentación de contar un secreto". Las nefastas consecuencias que se desencadenan si no se logra controlar el impulso son completamente diferentes en cada caso, aunque ambas tentaciones tienen en común que ponen en serio peligro la "buena imagen" de quien se deja llevar por ellas.

Dicho lo anterior, y con el fin de evitarlas, entiendo que la forma más sencilla de cuidar la línea es directamente no tener ni una onza de chocolate en casa, de la misma manera que la mejor forma de no desvelar un secreto es sencillamente renunciar a conocerlo. Esto último en el asunto de sus majestades, y en otros muchos, es del todo imposible.

Por ello trato de que para mis hijos la virtud de guardar secretos sea una máxima pero, como no se puede prohibir todo a la vez porque eso conduce inevitablemente al fracaso, en el consumo de chocolate, y en mi perjuicio, tengo bastante manga ancha. 

......Y en consecuencia, como muchos de vosotros sabéis, la despensa llena.



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