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Vegetales en tempura con dip de soja.

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Para mi gusto 3 son los requisitos que debe reunir una rica tempura: Que esté crujiente, que no esté grasienta o aceitosa, y que sea fina. 

La tempura es una técnica culinaria japonesa que consiste en una fritura rápida de vegetales, mariscos e incluso de carnes blancas. En mi caso he optado por unas verduras intentando combinar colores para dar más vistosidad a la presentación. He leído que los japoneses son muy cuidadosos en este aspecto y que procuran buscar combinaciones cromáticas atractivas.

Son muchos los vegetales que pueden ser preparados en tempura: zanahorias, pimientos, cebolla, rábanos, setas, berenjenas, espárragos, remolacha, judías verdes, coliflor o brócoli...


Preparar la tempura en casa no es demasiado complicado. Se hace a base de yema de huevo, harina y agua muy fría. También se puede hacer en agua con gas y cerveza. Sin embargo, en el mercado podemos encontrar la "harina especial para tempura Santa Rita" con la que tenemos asegurado un magnífico resultado.

Con esta harina, no es necesario añadir huevo; por lo que es un rebozado apto para alérgicos a este ingrediente. Solo hay que incorporarla al agua fría y basta.


Los productos que se fríen en la tempura deben de ser de tamaño pequeño, apto para comer con palillos, que es como lo harían los japoneses, así que los trocearemos de forma fina. Nosotros podemos tomar los vegetales así cocinados directamente con los dedos; a modo de finger food.

La tempura se suele acompañar con diferentes salsas para remojar en ella los bocados, nunca para verterlas por encima. La más típica es la salsa de soja. El sabor salado de esta salsa me encanta; así que os propongo un dip que me sirvieron en un restaurante para acompañar unos langostinos en tempura: una mayonesa de soja.



Ingredientes:

- 1 pimiento verde italiano.
- 1 pimiento rojo alargado.
- 1/2 calabacín.
- 1/2 berenjena.
- 110 g de harina especial tempura Santa Rita.
-150 cc de agua.
- Aceite de oliva virgen extra.

Para el dip:

- 1 huevo.
- aceite de oliva.
- 1 ó 2 cucharaditas de salsa de soja.

Preparación:

Para preparar el dip hacemos una mayonesa; a mí me gusta con aceite de oliva extra, pero si os molesta el sabor intenso podéis sustituirlo por otro más suave para que al añadir la salsa de soja no se perciba tanto. Una o dos cucharillas de café pueden ser suficientes. Lo mejor es probar y ver el punto que más nos gusta. Ojo! no le añadiremos sal.  



A continuación en un bol colocamos agua fría con unos hielos. Mientras el agua se va enfriando, aun más, lavamos y cortamos las verduras en tiras finas y alargadas y reservamos. En otro bol preparamos la tempura añadiendo los 150 cc de agua y la harina. Removemos con unas varillas hasta conseguir una pasta ligeramente espesa.  

En una sartén con aceite bien caliente vamos friendo las tiras de verduras pasadas ligeramente por la tempura. No conviene rebozarlas en exceso o nos encontraremos luego con demasiada masa. A mí me gusta que se transparente un poco y se vea el ingrediente y su color. 

Con 3 minutos en el aceite nos basta. A continuación las retiramos con una espumadera y las dejamos un momento sobre papel absorbente.

Las servimos acompañadas del dip de soja. Al centro para ir picando, o de forma individual.




Beatriz Tobegourmet.




Restaurante Arbelatiz en San Sebastián.

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Eso de haber nacido en el mes de enero es un poco una faena. Al principio porque con la cosa de los Reyes Magos, y pocos días después, la familia ya se ha desinflado en el asunto de los regalos; que para cualquier niño es sumamente importante. 

En la actualidad, resulta complicado tras las fiestas de Navidad, en plena cuesta de enero, y temperaturas que no invitan a salir, localizar un restaurante donde encontrar ambiente y estar rodeado de mesas con comensales en pleno disfrute.

No es el caso del Restaurante Arbelaitz, que el 25 de enero tenía prácticamente completa su estancia, pese a que afuera caían chuzos de punta. Bien es cierto que este local cuenta con la ventaja de gozar de varios ambientes, y tener divisiones con paneles que permiten crear en un momento dado una sala acogedora donde uno pueda cenar en una atmósfera íntima y agradable.




Cuando sé que voy a escribir sobre un restaurante, procuro llegar más bien pronto para poder hacer alguna fotografía sin molestar a nadie. 

Esta zona del Restaurante Arbelaitz, más iluminada, cuenta con cuatro o cinco mesas flanqueadas por pequeñas bibliotecas. Siempre me han gustado los comedores decorados con libros. Cambiar alacenas  con vajillas por estanterías con tomos e historias encuadernadas me parece sumamente acogedor.

Por el día sus grandes ventanales se abren al paisaje verde del alto de Miramón, y la luz lo llena todo.

Es precisamente al mediodía cuando este restaurante es frecuentado por profesionales y ejecutivos que trabajan en las oficinas de la zona. Existe de hecho, la posibilidad de comer, de la mano de un estrella Michelín como es Jose Mari Arbelaitz, un menú de 32.40 euros expresamente pesando para este tipo de ocasiones y que se llama "menú de negocio".




Además de la carta, existen varias opciones de menú. Francamente nuestra idea era probar el "menú degustación" que es siempre el más completo y el que puede crear una idea más exacta del tipo de cocina que se hace en cada sitio. 

Sin embargo, por diversas circunstancias, esa noche no tenía demasiado apetito, y pensé que era buena idea apostar por el menú llamado "Torres de Arbide" más corto y más económico, y medir así si ciertamente pagando menos se puede comer a la altura de lo que uno espera de un restaurante con esta categoría.

Tras un delicioso aperitivo a base de pimientos asados sobre emulsión de anchoas, que figura sobre estas líneas entramos de lleno en el asunto.




"Ensalada de escarola, y alitas de paloma torcaz confitada". Reconozco que no soy muy de paloma, y pese a que la combinación de sabores era buena, no disfruté demasiado con este plato aunque a mi acompañante le gustó mucho. He visto que ahora ya no se encuentra en ese menú y que ha habido algunas variaciones desde que estuvimos allí; que ha sido hace no demasiado. Bien es cierto que los menús siempre varían en atención a lo productos que están de temporada. Los postres sin embargo siguen siendo los mismos.




Sin embargo la "Coca de sardinas marinadas, crema de anchoas en salazón y vinagreta con matices de pistacho" he de decir que me entusiasmó. Una excelente combinación de sabores con producto de primera calidad.

Muchos menús alternativos al más completo menú degustación, incluyen por sistema un plato de huevo escalfado, o yema de huevo de caserío con tal o cual cosa... Yo en eso siempre me encuentro con el mismo asunto: Mi marido, muy viajero, puede comer sopa de pez globo en China, lengua de bacalao en Noruega, o chapulines en Mexico que son saltamontes. Pero que no le den huevo, si, huevo del nuestro, porque no lo soporta. 

Así que solicitamos un cambio en el menú, que siempre se admite sin problemas y gracias a estas extrañas manías pude degustar dos de los platos que más me gustaron del menú; sobre todo el segundo de ellos.




"Cardo, zanahoria, brandada de bacalao y queso". Me encantan las verduras y si son al dente mejor. Estas estaban perfectamente cocinadas, la brandada muy suave y el queso le iba muy bien.




"Lubina, cabracho y salmonete marinados con jugo de guiso de tomate". Excelente. Un plato basado simplemente en una muy buena materia prima y en una buena técnica de cocinado. Jose Mari nos comentó que es un plato con el que estaba ensayando y que no lo había sacado nunca a la sala. Tuvimos el placer de probarlo y le animé a que lo tuviera presente en su menú. Francamente rico.




"Risotto de berberechos, mejillones y txangurro". Me gustan los risottos por sistema, sólo necesito que estén bien ejecutados, que el grano esté como debe, que estén melosos pero no en exceso.... todo lo demás me va a parecer bien siempre. Y esta combinación de ingredientes que hasta ahora no había probado en este formato me resultó como no podía ser de otra forma... muy buena.




Esta es la "Papada asada con cebolletas glaseadas, perretxicos y txipis". Se me hizo corto este plato, pero entiendo que fue por propia gula. La papada exquisita, pero entiendo que dentro de un menú con varias propuestas hay que ser moderado, y al final he de reconocer que la cantidad y el tamaño era el perfecto para poder seguir adelante.

Sobre todo si lo que nos esperan son estos deliciosos postres.




"Sorbete de piña, leche de coco fermentada y espolvoreado con naranja". Un postre que se agradece tras el plato anterior y tras un menú que al final resultó muy completo. Fresco, y agradable, muy rico.




El "Bizcocho de arroz, sopa de canela, helado de canela y manzana" fue el broche de oro a una cena que resultó francamente agradable. Dulzón como a mí me gusta. Siempre me quedo con las ganas cuando me encuentro con postres a base de cítricos o infusiones de tal o cual cosa. Yo necesito un poco esos postres de toda la vida, a base de canelas, bizcochos, cremas.... Así que perfecto.




Llegamos de los primeros pero nos fuimos los últimos. Apuramos la charla y el café hasta que ya fue siendo hora de retirarnos. Jose Mari pasó a saludarnos y charlamos un buen rato con él. Es el pequeño de los hermanos Arbelaitz; el más popular quizá sea Hilario al cargo del conocido Zuberoa. Pero este cocinero entrañable, ha sabido combinar con maestría tradición y vanguardia con combinaciones atrevidas que se pueden descubrir profundizando en su carta.

Su Restaurante, está situado en el Parque de Miramón de San Sebastián, próximo al Basque Culinary Center y a otros edificios de carácter futurista con los que guarda sintonía, no solo en la arquitectura de su local sino en su decoración sobria y moderna. Como en otras ocasiones, ya que esta no era la primera ni mucho menos, fue todo un placer!




Beatriz Rodríguez.



Plum cake de frutas escarchadas y Baileys. Receta.

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Este pasado fin de semana pareció comenzar a asomar por fin la esperada primavera. Días luminosos, ganas de comprar flores para reponer las marchitas matas de invierno... 

Deseos de cambios y de afrontar los próximos meses con nuevas ilusiones, nuevos planes. Me gustan los cambios; a veces los buscamos y a veces nos sobrevienen. Forman parte de la historia de la vida. Flores que nacen, flores que mueren...




Si el otoño me gusta por sus colores ocres... la primavera me entusiasma. La paleta al completo..!! Primero los almendros, las magnolias, mi arce rojo; algo más tarde los primeros brotes de hortensia... Un espectáculo al que asisto admirada año tras año.

Hace unos días preparé este plum cake con intención de utilizar estos moldes tan "primaverales" de Mandisign. Me encanta preparar este tipo de bizcochos porque se pueden hacer de un montón de cosas. Aunque lo más típico es incorporar frutas dulces o frutos secos, y a veces algo de licor, una me vez me marqué un plum cake de arroz con leche que fue algo espectacular.




En esta ocasión os traigo esa combinación clásica de frutas y licor. En mi caso frutas escarchadas de las que me sobraron en Navidad que tenía guardadas sin un claro fin o propósito; troceaditas y de muchos colores quedan fenomenal en el corte.

Se me ocurrió añadirle Baileys para ver como quedaba, y bueno... tras un primer plum cake que no sabía a nada de nada porque le puse poquísimo por prudencia y miedo a pasarme ( no por el licor sino por la consistencia de la masa )... rectifiqué cantidades de harina y añadí casi el doble. Entonces sí!




Rectifiqué también otra cosa. Decidí hundir a propósito los trocitos de fruta confitada en el fondo del molde para que estuvieran bien localizados y pudieran ser apartados fácilmente por mis hijos que detestan los bizcochos rellenos de "cositas".

Ya sabéis que para que queden bien repartidos por la masa hay que enharinarlos y dejarlos caer. En este caso no solo no lo hice, sino que los empujé con una cuchara intencionadamente al fondo, para así tener que evitar comerme el segundo plum cake yo sola!! Fue un éxito. 

Sólo me tuve que comer los recortes de las rebanadas. Nada que ver.



Ingredientes:

- 125 g de mantequilla punto pomada.
- 125 cc de aceite de oliva.
- 4 huevos L.
- 180 g de Baileys.
- 1 sobre de levadura Royal.
- 75 g de frutas escarchadas.
- azúcar glas para decorar.

Preparación:

Troceamos muy pequeñas las frutas escarchadas tratando de seleccionar los diferentes colores en cantidades parecidas. En un bol mezclamos los huevos con el azúcar, el aceite y batimos. Añadimos la mantequilla y el Baileys y seguimos batiendo. A continuación incorporamos la levadura, y luego la harina y vamos batiendo hasta que esté todo bien mezclado y la masa sea homogénea.

Con Thermomix: en el vaso vertemos el aceite, el azúcar, los huevos y programamos 1 minuto, vel. 4. A continuación añadimos la mantequilla y el Baileys y batimos 3 minutos, vel 4. Por último echamos la levadura y la harina y seguimos mezclando en la misma velocidad hasta que esté todo bien integrado.




Vertemos la masa en el molde e incorporamos los trocitos de frutas bien enharinados para que queden distribuidos por toda la masa. Precalentamos el horno a 180º y lo dejamos 40/45 minutos. Cuando se temple lo decoramos con azúcar glas.

Con las cantidades que os he indicado salen dos plum cakes de este tamaño que no es demasiado grande, ideal para regalar, porque en estos moldes desechables de la casa Vestli no nos tenemos que preocupar de como presentarlo, así tal cual queda fenomenal.




Otra opción, para entregar como detalle, es empaquetar un par de rebanadas de este rico plum cake en una bolsita de papel como ésta; Chevron negro a rayas de Mandisign. 

Lo hecho en casa siempre es algo bien recibido y con lo que vamos a quedar muy bien. Como veis la receta es bien fácil y se prepara en un momento. Ideal para ofrecer en un desayuno si tenemos invitados en casa, o en una merienda de amigas con un café o un té. Este jugoso bizcocho de Baileys con frutas escarchadas es una delicia!





Beatriz Tobegourmet.



Tarta Hummingbird de Martha Stewart. Receta.

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Esta bizcocho o pastel, de textura y sabor delicioso, había sido horneado para convertirse en una layer cake, o tarta en capas. Dividí como siempre la masa en dos moldes y los coloqué en el horno a la vez. Eran sobre las tres y media del pasado viernes. Pero sucedió que uno de ellos no sobrevivió a la salida del cole y la llegada de mis hijos a casa que, embriagados con el aroma que salía de la cocina, empezaron a dar saltos de alegría. Fue devorado sin piedad y yo no me supe oponer.

Así que me quedé sólo con el que veis, que por otra parte tiene un copete tan bonito que daba pena rebanarlo para el montaje de la layer cake. Así que decidí cambiar de planes y hacer este pastel tal vistoso que nos sirvió de merienda al día siguiente.




Lo tenía marcado desde hace tiempo en el libro de Martha Stewart que me traje de Nueva York. Contiene más de ciento cincuenta recetas de tartas, plum cakes, layer cakes, bundts... una pasada! Me estrené hace poco con la red velvet cake que fue todo un éxito. Podéis ver la receta AQUI.

Y ante esta nueva incursión en sus apetitosas propuestas puedo deciros que la cosa promete, y que siento el impulso de seguir reproduciendo cada una de sus páginas y materializándolas en mi mesa; porque este bizcocho, tarta, o pastel, o como se le quiera llamar, es la cosa más rica que os podáis imaginar. Se llama "Hummingbird cake" o tarta colibrí, y es un clásico en América.




Tierno, húmedo, con diferentes texturas y muy sabroso. Lleva nueces y plátanos, pero además piña, canela y coco. He ajustado un poco la fórmula porque hay que ver la cantidad tremenda de azúcar que incorpora la receta... !! Con un treinta por ciento menos está la mar de buena.


Ingredientes:

- 285 g de harina de repostería Santa Rita.
- 1 cucharadita de café de bicarbonato.
- 1 cucharadita de café de canela en polvo.
- 100 ml de aceite de oliva.
- 2 cucharaditas de extracto de vainilla.
- 300 g de azúcar.
- 3 huevos L.
- 180 g de plátano (2 maduros).
- 200 g de piña. (puede ser en almíbar).
- 80 g de nueces.
- 80 g de coco rallado.
- Una pizca de sal.


Frosting

- 250 g de mantequilla.
- 250 g de queso crema (tipo Philadelphia).
- 400 g de azúcar glas.





Preparación:

En un bol mezclamos la harina con el bicarbonato, la canela y la sal y removemos hasta integrar. En otro recipiente mezclamos los huevos con aceite, el azúcar y la esencia de vainilla. Incorporamos el plátano chafado previamente con un tenedor y batimos. A continuación agregamos las nueces peladas y picadas finas, luego el coco rallado y vamos batiendo bien cada vez para integrar. 

La piña que utilicé fue en almíbar, venía previamente troceada y lo que hice fue colocarla sobre papel absorbente para eliminar el líquido. Luego se añade a la mezcla anterior y se bate de nuevo.

Entonces comenzamos a incorporar la mezcla de harina y canela, previamente preparada, en varias veces mientras vamos batiendo. Yo he utilizado la Thermomix para todo el proceso alternando la velocidad 3 y 4.

Si queremos hacer un layer cake, o tarta en capas, dividiremos la masa en dos moldes pequeños (de 19 cm de diámetro) que se horneen a la vez en horizontal a 180º unos 45 mts. Luego montaremos un bizcocho sobre otro y le haremos dos cortes a cada uno para obtener 3 capas de relleno. Si por el contrario nos apetece hacer una única tarta o pastel buscaremos un molde más grande y le haremos un único corte en el medio. El tiempo de cocción es el mismo. Como cada horno es un mundo, lo mejor es comprobar con una aguja si ya está hecho; será cuando salga limpia.

Dejamos enfriar sobre una rejilla el bizcocho o bizcochos, antes de proceder al relleno.




El frosting de crema de queso se hace batiendo el azúcar, la mantequilla y el queso hasta obtener una crema fina; los dos últimos han de estar blandos o a temperatura ambiente. Con la Thermomix en velocidad 5.

Las cantidades que os he dado son las necesarias para cubrir una layer cake con tres capas, más todo el exterior. Para una tarta simple con un solo corte como la que os muestro os basta con algo menos, pero recomiendo hacer cantidad abundante; siempre podemos guardar lo que nos sobre y tomarlo por ejemplo con unas fresas...




Para cubrir una layer cake, o tarta en capas, lo mejor es enfriar el frosting al menos una o dos horas para que esté más firme y se pueda extender con una espátula sin problema. Si por el contrario os apetece lograr este efecto, que hace la tarta tan apetecible, basta con enfriarlo un cuarto de hora a lo sumo, cortar el bizcocho en dos partes, aplicar una cantidad generosa y tapar.

En la mesa podéis acompañarlo con un bol que contenga más crema por si alguien se quiere añadir un más; aunque la textura y el sabor de este bizcocho invitan a degustarlo si necesidad de ningún acompañamiento, o alternado un bocado más fresco y dulce con la crema, y otro más intenso sin ella.

El color oscuro se lo da el plátano que domina en el sabor, la piña su dulzor, y el coco y las nueces aparecen en su textura... tan especial. Una receta exquisita que invita a hacerla una y otra vez más!




Beatriz Tobegourmet.



Macarons de queso y frambuesa con oro comestible.

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Hace casi un año que aprendí a hacer macarons de la mano de una profesora francesa que dominaba la técnica a la perfección. Los repetí en casa pocos días después para asegurarme de que era capaz de hacerlos sola, y después de esta comprobación me limité a comprarlos alguna vez en Francia y en Suiza en Fauchon. Imperdonable.

Hace unas semanas vi unos macarons preciosos en la web de Ladureé. Eran de color rosa y estaban cubiertos de oro comestible. Creo que pertenecían a una edición especial por San Valentín.





Entonces me entraron unas ganas tremendas de tenerlos entre mis manos y, no siendo fácil la cosa,  decidí por fin volver a poner en práctica aquellas útiles lecciones que recibí en Isabella L'Atellier y hacérmelos yo misma; ya que aun disponía de algunos copos de oro comestible del que me surte Mamen de Oro Gourmet.

Sé que no puedo haber comparación alguna entre mis macarons y los de Ladurée, pero tampoco están demasiado lejos. Al fin y al cabo también son macarons.

Me han contado que los mejores del mundo son los de Pierre Hermé, pero aun no he tenido el gusto de comprobarlo. Para empezar porque debería de recorrer el globo terráqueo catando por aquí y por allá. Es la única forma de confirmarlo no?




Los macarons de los que os hablo pertenecían a una colección de edición limitada con la colaboración de Nina Ricci. Estaban rellenos de confitura de frambuesa perfumada al limón y con aroma de rosa. En lugar de copos de oro tenía una hoja entera que los recubría. 
En mi versión "home made" utilicé copos de oro, frambuesas naturales y una crema dulce de queso. El resultado exquisito.




Ingredientes:

- 60 g de clara de huevos en brick.
- 80 g de almendra en polvo.
- 80 de azúcar glas.
- 70 g de azúcar normal.
- 20 g de agua.
- Colorante rosa de Wilton.

- 100 g de mantequilla.
- 100 g de queso crema.
- 300 g de azúcar glas.
- Un puñado de frambuesas.

- Oro comestible en copos. (Oro Gourmet)



Preparación: Trituramos el azúcar glas con la almendra en polvo y a continuación lo tamizamos. Tiene que quedar muy fino. Dividimos las claras en dos partes y ponemos la mitad en un bol y la otra mitad en el vaso de la batidora. Añadimos el colorante al primer bol y a continuación mezclamos bien con la almendra y el azúcar tamizado. 

Pasamos a preparar un merengue italiano; para ello hacemos un almíbar poniendo al fuego el agua y el almíbar hasta llegar a los 110 grados en un cazo, o a ojo; hasta que empiece a burbujear claramente pero sin que llegue a dorarse. Entonces lo apartamos de fuego y empezamos a montar las claras en el vaso de la batidora añadiendo el almíbar suavemente, cuando las claras empiecen a convertirse ya en un merengue flojo, y mientras: batimos. El almíbar tiene que caer como un hilo.

El merengue ha de quedar más bien durito, pero no en exceso. A continuación lo incorporamos a la mezcla del bol y comenzamos a "macaronear", o sea a remover con una espátula haciendo movimientos envolventes y aplastando la masa al acabar cada movimiento. Repetimos hasta que obtenemos una crema. No hay que pasarse con este movimiento, si lo hacemos en exceso la pasta nos va a quedar muy líquida. Os remito para todo esto a un tutorial que publiqué tras aquella clase magistral. Lo tenéis AQUI.




Rellenamos una manga pastelera con la crema y vamos dibujando círculos sobre un tapete. Yo uso el de Lékué que va muy bien. La boquilla adecuada es la del nº 12. 

A continuación los macarons tienen que secar durante 2 horas. Así que ahora que llega la primavera y el buen tiempo es el momento ideal para preparar este postre que ha venido en llamarse "de alta costura". La humedad del invierno no favorece nada.

Antes de hornear los macarons hay que golpear la bandeja del horno y dejarla caer fuerte sobre la mesa para eliminar las burbujas de la masa. Los horneamos a 150 º, pueden tardar unos 10/15 minutos; cuando veamos que se despegan con facilidad.

El relleno lo hacemos batiendo el queso, la mantequilla y el azúcar y lo dejamos enfriar una hora o hora y media. Le añadimos una frambuesas aplastadas con un tenedor y lo mezclamos con una cuchara para que quede de dos colores. Rellenamos los macarons en frío con una cucharita de café o una manga pastelera con boquilla ancha.




Espolvoreamos los macarons con el oro comestible utilizando el pincel que se adjunta con la cajita. El polvo de oro se pega con facilidad.  El resultado no puede ser más vistoso y el macaron con la combinación de queso y frambuesa resulta verdaderamente delicioso.

Perfecto para regalar en una cajita; a mí me gustan los detalles hechos por uno mismo. Y muy acertado para ofrecer con el café en una merienda, comida o cena, que esté a la altura de este pequeño bocado venerado por los más exigentes gourmets.





Beatriz Tobegourmet.




Saquitos de endivia confitada y langostino. Receta.

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Las recetas con saquitos de pasta brick son un clásico en celebraciones, y por supuesto en estas  fiestas de Navidad. Se pueden encontrar muchas recetas para rellenar saquitos de pasta brick, pero la que os traigo es una mezcla de ingredientes exquisita y muy original. En casa la venimos haciendo desde hace muchos años en la cena de Nochevieja, como aperitivo individual. 

Me gustan por su textura crujiente, su aspecto delicado y por el factor sorpresa. Lo que llevan dentro no se ve hasta que no se rompen con el cuchillo y el tenedor.




Esta receta tiene un montón de años y es cosa de mi madre y sus recortes de revistas que guarda cuidadosamente como si fueran planos de tesoros escondidos.

Se compone de una confitura de envidia, que es el toque original, acompañada de deliciosos langostinos cocinados en mantequilla y un poco de jamón.

Advierto que esta delicia ha de ser preparada casi en el momento. Así que...

O bien sois pocos a la mesa ya sea debido al descenso demográfico, la huida de talentos al extranjero que no han podido volver por Navidad, o el auge de la familia monoparental.

O bien pertenecéis a la tribu urbana de los que os no os importa quitaros el delantal diez minutos antes de sentaros a cenar con tal de vivir experiencias únicas....  




Cuando me llamaron de TVR, que es la televisión autonómica de La Rioja, para realizar una receta navideña no dudé en presentar este formidable aperitivo, por fácil, lucido, muy económico y riquísimo.

Podéis verme preparándolo AQUI. (Bloque 2, minuto 18).

Pero si lo que preferís es que os lo explique por escrito de forma clara y precisa, tomad papel y boli o en su defecto impresora que allá vamos. 




Ingredientes para 6 personas:

- 400/500 g de endivias, (una bandeja).
- 2 lonchas de jamón ibérico.
- 12 langostinos.
- 6 hojas de pasta Brick.
- 100 g de mantequilla.
- 4 cucharadas de azúcar.
- La parte verde de 1 puerro.
- sal.





 Preparación:

En primer lugar cortamos las endivias en juliana. A continuación las pochamos en una sartén con un trozo de mantequilla ( en lugar de aceite ) y cuando comiencen a soltar agua añadimos el azúcar. Lo dejamos a fuego lento hasta que quede casi transparente, y finalmente salamos. Esperamos a que temple y escurrimos reservando la confitura de envidia sin líquido.

Durante el proceso anterior vamos escaldando en agua hirviendo la parte verde de puerro, para que se ablande. La sacamos con cuidado y cuando esté fría cortamos con un cuchillo, y a lo largo, seis tiras finas que será con lo que atemos los saquitos de pasta brick.

Pelamos los langostinos y los ponemos en otra sartén en un poquito de mantequilla y sal hasta que estén casi hechos y digo casi pues luego han de pasar por el horno donde se acabarán de hacer. Reservamos.

Derretimos unos 30 g de mantequilla en el microondas y con una brocha pincelamos las obleas de pasta brick por su cara externa. Damos la vuelta y colocamos primero el jamón, luego las endivias, y finalmente los langostinos en trozos. 





Cerramos los saquitos con ayuda de otra persona que los sujetará mientras los atamos con el hilo de puerro, o si no disponemos de ayuda cerramos con cuerda de asados, y luego atamos con la de puerro que es más frágil y acabamos cortando la primera con ayuda de unas tijeras para eliminarla.

Los colocamos sobre papel de horno y los dejamos de 5 a 10 minutos a 180º. Sabremos cuando podemos retirarlos porque se comenzarán a dorar los bordes de arriba. Esa es la señal de que ya están en su punto. Y .... del horno a la mesa!

Estos saquitos de pasta brick, rellenos de confitura de envidia y langostino, son una forma de quedar muy bien en la mesa un día tan especial como el de Nochevieja. Sugerimos acompañar con una copa de champagne o de cava y degustar con la vista, el oftato, el oído e incluso el tacto.

Un plato para disfrutar con los cinco sentidos

Que así sea el 2014! 





Beatriz Tobegourmet.


Crema de calabaza aove y coco. Receta.

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Hay una forma perfecta de mantenerse en el peso ideal sin renunciar a dulces, chocolates... y de vez un pedazo de una tarta estupenda. Básicamente se trata de compensar esos excesos con cenas ligeras siempre que nos sea posible. En la cena nos lo jugamos todo.

Yo soy mucho de cenar cremas de verduras como plato único y mi favorita es la crema de calabaza. Si bien es cierto que es un recurso propio de invierno y cuando no es el caso, las sustituyo por una ensalada de tomate con mozzarella, o una tortilla de bonito del norte con cebolla pochada.. que le da un punto delicioso. Así que o verduras o proteínas. Ni grasas, ni hidratos de carbono. O sea, ni pan, ni huevos fritos con patatas. No sé si me explico.




Lo que sí es importante, para no aburrirse y mandar las cremas a paseo, es tratar de presentarlas con algún pequeño aliciente. Yo he usado mucho el queso rallado, sí, sé que es un elemento graso pero suelo aferrarme mucho al dicho "no es lo mismo dos que veintidós" y funciona. Sólo un poco; para ir abriendo boca. 

Algunas veces dos o tres croutons o (pan frito o ligeramente salteado), un hilo de chocolate caliente dibujando una espiral... y mi último descubrimiento ha sido el coco rallado.




Estos inventos míos, que me hacen mantenerme fiel a mi teoría de las cenas ligeras, son casi siempre fruto de la casualidad. Cuando preparé la "crema de calabaza con chocolate" me inspiré, como podéis leer en aquel post, en una imagen que encontré en la web de Valrhona. 

En esta ocasión el asunto tiene un origen mucho más simple; tenía una bolsa de coco rallado empezada que había abierto para hacer el "pastel Hummingbird" de Martha Steewart que tanto os ha gustado y pensé que lo mismo le iba bien.




Y no es que le vaya bien, es que le va de maravilla! 

Al menos si como a mí os gusta el sabor y textura del coco rallado. Sólo tenemos que poner una pequeña cantidad sobre la crema y mezclar al tiempo que vamos tomando las primeras cucharadas.

Calabaza y coco casan a la perfección.

Ingredientes:

- 1 kilo de calabaza.
- 1 patata grande.
- 2 zanahorias.
- 1 cebolla.
- aove.
- coco rallado.
- sal.


Preparación:

Pochamos la cebolla cortada en trozos en una cacerola con un poco de aceite de oliva. Lo dejamos así, a fuego lento y tapado, unos veinte minutos removiendo de vez en cuando para que no se pegue. Añadimos la calabaza en trozos, la patata y las zanahorias también troceadas, cubrimos con agua y salamos. Dejamos cocer una media hora a fuego lento. Batimos y pasamos por el chino para que la crema esté bien fina.




Otra opción para no aburrirse de las cremas es presentarlas cada vez en un recipiente distinto. Un día en un plato sopero, otro día en un bol, otro en una taza.... Esta es de la marca Falcon y la tienen en Valentina Shop. La tienda física está en San Sebastián pero te envían lo que te apetezca a casa en menos de 24 horas; avisados estáis por si me queréis copiar también la taza además de la idea de la crema de calabaza con coco rallado.... 

No es que tenga 25 vajillas; sino muchos recipientes únicos que uso para el blog. Y es que cuando estoy en casa suelo cenar muchas veces sola.. básicamente porque los niños lo hacen muy pronto y mi marido no tiene paciencia para esperarme. Muchas veces lo hago después de escribir algo, acabar de ver un programa, de leer, o de ordenar papeles... Tengo la costumbre de cenar tarde.




Eso no os lo aconsejo para nada! Dicen que debe hacerse un par de horas antes de ir a la cama. Y creo que eso influye también en el asunto de engordar, o no hacerlo, con la cena. 

Lo que sucede es que yo me acuesto a las mil. Me quedo feliz de la vida en ese silencio de la noche cuando todos duermen... haciendo cualquier cosa que tenga pendiente. Así que lo de las dos horas lo cumplo involuntariamente.

Como veis hemos cubierto la crema con unas gotas de aove; en mi caso arbequina que me encanta por su frescor y aroma, y con el coco rallado. Sólo un poco es suficiente. Y aunque esta es la historia de una cena solitaria y en clave de dieta... No me digáis que no es una idea estupenda para servir en vasitos como entrante en un coctel o en una fiesta!




Beatriz Tobegourmet.


Restaurante "Venta Moncalvillo". Cocina en directo.

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Existe una experiencia más intensa que sentarse a la mesa para disfrutar de un menú avalado por la Guía Michelín con sus famosas estrellas y degustarlo en compañía de otros amantes de la gastronomía con quien comentar la secuencia de platos y elaboraciones. 

Consiste gozar de la posibilidad de participar de los últimos momentos de su puesta en escena, observando como su autor, el chef, ejecuta los últimos compases de cada receta, explica algunos de sus fundamentos, la describe como un guía explica un cuadro en un museo,  y nos la lleva a la mesa.





Ignacio Echapresto, prestigioso chef riojano, ha sabido captar esas nuevas inquietudes y dar satisfacción a los que aman y se interesan cada vez más por la gastronomía.

En un acogedor reservado, nos recibe en una cocina moderna y funcional situada al fondo de la sala. Anexa está la mesa para los comensales, a escasos centímetros de punto caliente de la velada; el escenario de "mise en place".

Es una clase, una pequeña ponencia, una demostración, un show, una experiencia gustativa, visual e intelectual.




Estas cosas suceden a escasa media hora de la capital de La Rioja. En un bucólico enclave, Daroca, rodeado de barrancos y manantiales. Desde este lugar privilegiado, a modo de balcón, se puede ver gran parte del valle de Ebro, la Rioja Media y Alta, la sierra de Cantabria e incluso las cumbres pirenaicas. Allí "Venta Moncalvillo" nos espera.




Ignacio nos hace una pequeña introducción sobre lo que va a representar nuestra experiencia y enseguida nos hace llegar este "amouse bouche" a la mesa. Son unos deliciosos macarons salados. Desde que supe de los de Aduriz, de caza, estaba deseando probarlos. 

Son de morcilla y nos sorprenden a todos por el concepto y por el sabor delicioso. Estéticamente el blanco y negro, tan opuestos como el dulce con el salado, no puede ser más acertado.




La siguiente elaboración, "La duela de barrica", es una de las propuestas de Echapresto que encuentro más sorprendentes y atractivas. La conocí el pasado mes de octubre en el Congreso de San Sebastián Gastronomika, y es un claro homenaje a su tierra. Como soporte... duelas de barrica y sobre las mismas, a modo de pequeños bocados... flor de manzana con foie, galleta de perdiz y espuma de hongos.

Una maravilla ver el cómo se hizo, y degustarlo a continuación.



Un plato que puede encontrarse dentro de los dos menús que se ofrecen su casa el"Menú Tradición"compuesto por los platos que han marcado la historia de Venta Moncalvillo y algo más corto, y el "Menú gastronómico" que representa una cocina más actual donde gozan de gran protagonismo de los productos de temporada.




Como esta crema de queso con vegetales suspendidos como nenúfares que varía en cada ocasión según lo que ofrezca la huerta.

Ignacio nos explica la idea mientras va componiendo el colorido mosaico de verduras. Es la "Crema de queso de cabra de Anguiano con hortalizas de raíz y aceite de oliva". Se trata siempre de un plato que tiene como nota característica la presencia de verduras que siempre encontramos bajo la tierra; en esta ocasión el rábano, la remolacha, la cebolla, la zanahoria y el espárrago triguero. Según el momento del año la imagen varía en su contenido y en su colorido. 




Para completar la escena se le ha añadido un punto de mermelada de tomate y de salicornia que le aporta un toque salino muy agradable.

Uno de los platos más deliciosos de la cena.... el queso me encanta y soy muy de verduritas crujientes y frescas. En La Rioja somos afortunados en tener una de las mejores huertas.




La velada continúa, todos vamos comentando entusiasmados no sólo lo que vamos comiendo, si no lo que se va preparando a centímetros de donde permanecemos sentados. Jugamos a adivinar qué está haciendo Ignacio, cual es el ingrediente que está colocando, de qué trata el siguiente plato....

Un canelón si.... pero abrimos los ojos muy atentos ante la ejecución de la arena de foie, escuchamos sin parpadear la explicación de los pasos para conseguir esa textura fría y suelta como la nieve... No os lo voy a desvelar.




Es el "Canelón de hongos con arena de foie-gras y avellanas" una elaboración presente en el menú gastronómico, de cocina más vanguardista.

Los comensales comienzan a animarse a hacer preguntas... el chef las responde con detalle, sin escatimar datos y explicaciones. Un lujo.




Del "menú tradición" las exquisitas "Alcachofas fritas con dados de bacalao, cebolla morada e infusión de las pieles".  Una combinación sorprendente y acertada, un lujo degustar la alcachofa, de temporada que tan bien saben preparar en esta casa.



A continuación se presenta en la mesa el "Salmonete reposado sobre puerro, zanahoria y sopa de pescadores". En un menú de cena donde se van a degustar una serie de platos, se agradecen estas elaboraciones de pequeño tamaño y ligeras. 

El salmonete, con todas sus posibilidades, siempre es algo bien recibido por mi parte. Estéticamente bonito, sabroso y muy agradecido. Es una propuesta ésta que procede también del menú gastronómico.




Al igual que el "Pichón asado y guisado con pera, paté de sus higaditos, y piñones". La pieza de carne reposa sobre un canelón relleno de pichón y la pera resulta un acompañamiento sutil y acertado. En La Rioja tenemos fantásticos frutales y peras con D.O. de dulzor sin igual.




Mientras damos buena cuenta del pichón, no podemos evitar mirar de reojo a lo que está sucediendo a nuestro lado, en nuestra misma habitación. Ignacio Echapresto prepara los postres... Hay uno que inevitablemente ha llamado la atención y está siendo en ese momento objeto de conversación y debate en la mesa.




Es "El cava". No podía falta un guiño al "play food", al "trampantojo", técnicas culinarias que son absoluta tendencia. En este plato con forma de botella todo, menos el cristal, se come. Incluso la chapa que es de azúcar.
El corcho de helado de avellana....




En este postre, muy Warhol, el chef Ignacio Echapresto quiere que mastiquemos un cava. Que comamos lo que habitualmente se bebe. Y dibuja dentro de esta botella todos los elementos alusivos al hecho de tomarse una copa de cava. El mismo cava en forma de denso sorbete, los pétalos de flores, que son pensamientos, en alusión a los momentos románticos o de fiesta en que se descorcha una botella.... 

Un plato que no dejó a nadie indiferente.




Tampoco lo hizo el "Chocolate". Chocolate en nueve texturas; en bizcocho, polvo de cacao, tierra, trufa, mousse, galleta, helado, crema de chocolate blanco, y crujiente de cobertura 72%.

Un dulcísimo final para una experiencia absolutamente placentera. Acompañada por los vinos que el reputado, y premiado como mejor sumiller de Rioja 2.008 Carlos Echapresto, fue seleccionando para maridar la cena.

La cocina en directo es una vivencia altamente recomendable de entre las que el Restaurante ofrece. Pero en su web se presentan también otras interesantes opciones, como las experiencias sensoriales enológicas que en una visita a este lugar, de peregrinaje gastronómico en La Rioja, nadie debería perderse.

El disfrute está asegurado!


Beatriz Tobegourmet.



Chocolate a la taza especiado. Deseos Gourmet.

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No sé si os he dicho que soy adicta al chocolate. Pero adicta adicta. Cosa de una tableta diaria, a veces media. Los que me siguen en las redes sociales lo saben, es habitual que publique el cuerpo del delito en Twitter o Instagram. A mí eso de subir fotos del "gin tonic con fresita que me estoy tomando para que veas lo bien que me lo estoy pasando" no me va. Y más bien creo que el impulso que me lleva a publicar mi asaltos sobre todo nocturnos tiene algo de culpabilidad. Es como una especie de confesión pública. Y como lo normal es que alguien me reprenda, y con mucha razón, de terapia también.

Descubrí los chocolates de mil sabores de Dolfin hace poco, y conocí combinaciones de ingredientes y especias hasta ahora nunca vistas.... y he visto mucho.




La tienda On line de Deseos Gourmet me ofreció realizar un pedido y así conocer su dinámica y la calidad y variedad de su oferta.

Después de deambular de uno a otro apartado de su página, pasando por encima champanes, jamones de bellota, vinos sublimes, aoves de lujo, y un ciento de productos de lo más tentador, decidí hacer lo de siempre; ponerme morada de chocolate.

La culpa.... los chocolates Dolfin.




Chocolate con leche a la canela de Ceylan, chocolate negro con limón y jengibre de Sri, chocolate negro a la pimienta rosa, chocolate con leche y albaricoques de Marruecos, chocolate al Hot Masala...

Sigo? o ya os estáis empezando a marear como yo???

..... chocolate al anís verde, chocolate con spéculoos, chocolate con leche Masala Chai de la India, Chocolate negro con lavanda. 

No sé si os podéis hacer cargo de la situación.

El chocolate Dolfin es un chocolate belga que goza de gran reputación con más de 20 años aportando su enfoque original. Un detalle que me encanta es que las tabletas vienen en un packaging que recuerda al tabaco en pipa tan famoso en este país. Resulta además muy práctico, si es que no os termináis la tableta de tirón, porque el cierre es estupendo y la mar de cómodo.




Fui añadiéndolos todos, sin remedio, al carrito de uno en uno, y contando las horas para que mi pedido llegara, que lo hizo muy puntual todo sea dicho.

Y desde ese día hasta ayer mismo, vivi en un estado de felicidad permanente.... hasta que....

Me fui de rebajas a mi tienda favorita, Vilagallo, y entonces descubrí que a veces en la vida es necesario elegir. Seguramente llevada por la euforia del momento, elegí vestidos monos. Así que os traigo una receta invisible, con la que por el momento tan solo soñaré.

"Chocolate a la taza especiado":

Ingredientes: según el número de personas una o dos tabletas de chocolates Dolfin del sabor que más os apetezca... sugiero empezar por el Chocolate al thé eartly green. 

Preparación: disolver las pastillas de chocolate en un poquito de agua al microondas. Vigilar para que no se queme removiendo con una cucharita cada 10 ó 15 segundos. 

Una forma de disfrutar a solas o en compañía. Para quedar de cine con las amigas.





Beatriz Tobegourmet.


Croquetas de gamba fresca. Receta paso a paso.

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Esta maravillosa receta de croquetas de gamba es uno de mis grandes éxitos en materia de croquetas. Normalmente las comemos una vez al año; en Nochevieja. Es ya tradición en casa. Pero es evidente que son un aperitivo apto para grandes cenas o banquetes, y para quedar de cine con los invitados.

Soy gran amante de las croquetas, y una experta en la materia si se me permite. Las llevo haciendo más de treinta años y me salen riquísimas. En textura creo haber logrado el punto idóneo, y por supuesto doy gran importancia al sabor. Os van a sorprender éstas de gamba, porque creo haber conseguido la fórmula perfecta.




Esta receta es fruto de la evolución de otras que he ido preparando con anterioridad. De hecho data de estas últimas Navidades; en un intento de mejorar aun más el aspecto color, textura y por supuesto sabor, de las que venía haciendo hasta la fecha; y creo que va a ser la definitiva porque francamente el resultado es sublime. Y no estoy exagerando nada.

He visto que la mayoría de las recetas que circulan por la red se parten de una preparación de gambas al ajillo. Sin embargo yo además he venido preparando una especie de fumet; fondo con toda la sustancia de las gambas que está básicamente en las cabezas.




Antes lo hacía en agua, pero me decidí a probar en la propia leche de las croquetas. Para qué añadir agua a la mezcla pudiendo evitarlo? 

El resultado fue fruto de asumir riesgos y hacer pruebas. Me explico. La primera vez que infusioné las cabezas de las gambas en leche pensé que aquello había sido un terrible fracaso. Cuando comenzó a hervir la mezcla se cortó por completo. Quedando un aspecto acuoso y granulado nada apetecible.

En aquel momento tenía dos opciones; o tirar toda mi valiosa sustancia a la basura, sin posibilidad de repetir el caldo, o la siempre posible "huida hacia adelante" asumiendo el riesgo de cargarme por completo las croquetas y el consiguiente medio kilo de gamba fresca. Opté por ésto último.

Y así fue como nació esta joya de croqueta.




En cualquier caso, y al margen de asunto del "zumo de las cabezas", tengo mi propia forma de hacer gambas al ajillo que sin duda las hace más apetitosas y más sabrosas, así que....

Guardad bien esta receta porque es un todo un activo gastronómico!


Ingredientes:

- 500 g de gamba.
- 40 g de mantequilla.
- 225 g de harina. ( Santa Rita especial croquetas )
- 1 litro de leche entera.
- 7 dientes de ajo.
- 2 ramitas de perejil.
- Aceite de oliva virgen extra.
- 2 huevos.
- Pan rallado.
- Harina para envolver las croquetas.
- Sal.




Preparación

Paso 1. La noche anterior, pelamos las gambas y reservamos los cuerpos limpios y unas diez cabezas. El resto lo introducimos en un cazo con 400 g de leche y lo ponemos a fuego lento. Cuando vaya a romper a hervir lo retiramos del fuego. Veréis que la mezcla se corta, no pasa nada, más adelante la vamos a recomponer. Dejamos así cabezas y cáscaras dentro de la leche toda la noche. 

Al día siguiente trituramos con la batidora hasta obtener un caldo homogéneo. En este momento la mezcla se vuelve lisa y de nuevo con buen aspecto. Reservamos.

Paso 2. En una sartén echamos un poco de aceite de oliva y salteamos las cabezas que hemos reservado, aplastándolas con un tenedor para extraer su jugo mientras se doran. Se nos va a formar una pequeña salsa roja, apartamos del fuego. Retiramos las cabezas y nos quedamos con ese fondo.

Paso 3. Picamos muy fino el ajo y el perejil y sofreímos un par de minutos en el aceite anterior. Añadimos las gambas y salamos. En este momento tiene que invadirnos un intenso olor a gamba. Habrá que resistirse porque aun queda tiempo para poder degustar esta maravillosa receta. Y tenemos las gambas a ajillo con un color estupendo.




Paso 4. Reservamos unas cuantas gambitas si queremos que nuestras croquetas tengan tropezones. El resto lo vamos a añadir a la masa de las croquetas y lo vamos a triturar con ella.

Paso 5. En una sartén grande y honda ponemos la mantequilla y cuando esté derretida sofreímos en ella la harina. Sacamos esta mezcla a un bol grande y añadimos el resto de la leche. Batimos hasta tener una crema homogénea. La vertemos de nuevo a la sartén y la llevamos a ebullición, en ese preciso momento añadimos el fondo de gamba que teníamos reservado desde la noche anterior, previamente pasado por un chino para eliminar los restos de cáscaras, y removemos enérgicamente durante unos minutos para que no se formen grumos. Cuando esté todo integrado salamos y dejamos unos cinco minutos a fuego lento. Ya tenemos la masa de las croquetas.

Paso 6. Añadimos las gambas al ajillo y trituramos con cuidado con la batidora sobre la misma sartén ya fuera del fuego. Por último incorporamos los trocitos de gambas que hemos reservado para que las croquetas tengan tropezones




Paso 7. Dejamos enfriar la masa y cuando esté fría con ayuda de un par de cucharas o de un dispensador de helado. Ver aquí. Vamos haciendo bolitas pasándolas primero por harina, luego por huevo y finalmente por pan rallado.

Paso 8. El más delicado. Freír bien las croquetas. Estáis de suerte porque hace poco redacté un tutorial para hacerlo de forma perfecta. Ver aquí.

Ahora ya que sabemos como hacer croquetas de gambas sólo queda disfrutarlas. Imposible comer menos de 4 por persona así que calculad bien. Con esta receta os saldrán unas treinta.




Procurad que lasgambas sean de buena calidad, a mi me gusta usar la gamba plancha, al final la buena materia prima se nota, y si queréis conseguir las mejores croquetas de gambas no debéis escatimar el algo tan importante como lo es el ingrediente protagonista. 

Es ésta una receta para ocasiones especiales, así que bien merece poner todo nuestro empeño en obtener la croqueta más sabrosa del mundo entero.





Beatriz Tobegourmet.

Boquerones en vinagre. Cómo se hacen paso a paso.

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No voy a olvidar jamás las paellas que Lola nos preparaba cuando íbamos a verla a Alicante. Siempre tuvo mucha mano para la cocina y el arroz lo preparaba fenomenal. Cierto día nos sirvió como aperitivo unos exquisitos boquerones en vinagre que ella mismahabía hecho en casa. Yo era entonces muy jovencita pero ese mismo día le demostré un gran interés por aprender a hacer aquel manjar.

Como estábamos de visita no había tiempo para practicar, pues el proceso dura más de un día, así que anoté la receta en una hoja y me la llevé como un tesoro para San Sebastián. Tendría así a mi disposición la mejor receta a la vez que la mejor materia prima. El resultado solo se podía calificar de excepcional.




Por aquellos tiempos no había problemas con la anchoa de San Sebastián. Luego ha ido habiendo restricciones, y actualmente no siempre está a nuestra disposición en el mercado. En estas fechas aun no está disponible, así que me conformo con la anchoa de mi pescadería de toda la vida, en el lugar donde ahora vivo, que como sabréis se encuentra algo más al sur.

La receta de boquerones en vinagre es bastante popular en internet. He revisado alguna para tratar de localizar mi truco infalible para que salgan perfectas, en lo que al marinado se refiere, pero no lo he encontrado en ninguna de ellas, así que espero aportar algo nuevo y útil, que es de lo que se trata.




A lo largo de las siguientes líneas os voy a explicar claramente y paso a paso como conseguir unos boquerones en vinagre con este aspecto tan apetecible y delicioso sabor.

Ingredientes:

- 500 g de anchoas.
- Vinagre de vino blanco.
- 1/2 cabeza de ajos.
- Unas ramitas de perejil.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal.

Paso 1. Necesitamos anchoas o boquerones de buena calidad y para mi gusto de tamaño medio, ni demasiado grandes, ni demasiado pequeños. Solicitamos en la pescadería que nos quiten la cabeza y las tripas para poder trabajarlos estando ya bastante limpios; de lo contrario esta tarea la tendremos que hacer nosotros en casa.




Paso 2. Yo nunca antes lo había hecho, pero desde que nos han prevenido tanto contra el anisakis, he empezado a congelar las anchoas antes de preparlas para evitar problemas. La cuestión es si hacerlo antes o después de su maceración. Yo lo hago antes, cerrados y con su espina aunque absolutamente limpios por dentro, y lo hago durante 48 horas introduciéndolos en el congelador colocados con cuidado en un tupper cerrado.

Paso 3.  Sacamos los boquerones de tupper y los abrimos por la mitad quitándoles la espina pero preservando la cola.




Paso 4. Cogemos un bol o un recipiente de cristal que es donde vamos a marinar los boquerones y localizamos el vinagre, el recipiente y también la sal. Yo los coloco todos a la vez en un plato y los salo como si se tratara de una ensalada. Echo un chorro de vinagre en el fondo del recipiente y coloco una fila de boquerones bien ordenada.

Y ahora es donde vamos a aplicar una técnica muy sencilla para que el marinado sea completamente uniforme y no nos encontremos con que algún boquerón se nos ha quedado crudo o medio crudo, cosa que suele ser frecuente, y el motivo más habitual para que la gente tire la toalla en este proceso que en realidad. Siguiendo las pautas que voy a daros no puede ser más sencillo obtener un resultado perfecto.




Se trata simplemente de aplicar el vinagre por capas; es decir colocar la primera capa, volver a añadir un poco más de vinagre para que la cubra y esperar a que blanqueen antes de seguir añadiendo más. Puede ser cosa de 2 ó 3 minutos. Añadimos otra capa repetimos la operación y así hasta haber colocado todos los boquerones. Los dejamos entonces 8 horas en la nevera. He visto que en otros sitios se recomienda mucho menos tiempo, pero a mí me lo enseñaron así.




Normalmente yo esto lo hago de un día para otro, o sea... meto las anchoas en la nevera por la noche y así por la mañana ya están listas para el siguiente paso.

Paso 5. Aclaramos las anchoas con agua para quitarles un posible exceso de sabor a vinagre y escurrimos bien. Las colocamos en otro recipiente bien cubiertas de aceite de oliva virgen extra; de esta forma las podemos guardar varios días. Cuando las vayamos a utilizar, para servir en un aperitivo o una cena, picamos el ajo y el perejil le añadimos unas cucharadas de aove y las colocamos en capas durante un par de horas.




Las encontraremos deliciosas, con textura tierna y suave, en su justo punto de ajo y vinagre. Espero que os haya sido útil este tutorial sobre boquerones en vinagre. Sé que podemos encontrarlos que ya vienen preparados, pero nada que ver con hacerlos nosotros mismos en casa; no sólo porque ya de entrada van a resultar más apreciados, sino porque la calidad, la textura y el sabor van a ser insuperables.




Beatriz Tobegourmet.

Begoña Rodrigo; una mujer Top en Restaurante "La Salita".

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Begoña Rodrigo comenzó su romance con la cocina en Holanda. Contaba con 19 años cuando decidió colgar los libros de la carrera de ingeniería industrial y viajar a este país; allí se enamoró también de Jorne, y de los arenques ahumados, su plato preferido.

Dice que aprendió a cocinar yendo a restaurantes a comer y leyendo libros porque en su casa no había cocineros, ni vocación alguna por esta disciplina.

Se enorgullece de su extensa biblioteca, lo más valioso de su casa. Pero no cabe duda de que su experiencia en Amsterdam y su estancia posterior en Londres marcó su carácter y despertó sus ganas de crear cocina. Al poco tiempo de aterrizar en su primer destino escuchó de su jefe, discípulo de  Michel Roux, la siguiente frase: "Ponerte un delantal es un acto de respeto".

Quizá en su momento no entendió bien lo que oía, pero con el paso de los años, Begoña hace honor a esa expresión con su forma de trabajar; su consideración con el cliente, su lealtad con los productos de la tierra, y su voluntad de mejorar.






Francis Paniego nos la trajo a su espacio en Tondeluna para que pudiéramos disfrutar, pudiéramos escuchar, y descubrir a una mujer increíble, trabajadora nata, honesta y con casta.

Llegó a España en 2.005 y junto con su pareja abrió en Valencia el Restaurante "La Salita". Ocho años de aventura juntos, en un restaurante pequeño y acogedor en donde también trabaja su hermano Sergio. Begoña relata con rostro amable que le gusta que la gente "se quite los zapatos" y se ponga cómoda en su restaurante; como si estuviera en casa.

La pasión es su motor día a día y lo que impulsa su actividad creadora, casi ilimitada. Cambia el menú degustación prácticamente todas las semanas. Un menú en continuo movimiento, donde expresa sus emociones, plasma su raíces y rememora sus viajes.

Le gusta trabajar con gente de la tierra, compañeros que cultivan sus propios productos, "no trabajamos con las grandes marcas", dice, "ayudamos a que la economía más cercana prospere, y es una pena que locales pequeños que siguen esa misma filosofía no lo hagan porque no reciban apoyo o ayuda, por ejemplo de la prensa, para tener algo más de notoriedad".

Por eso el objetivo de Begoña, al iniciar su aventura en Top Chef, era lograr situar a La Salita en el mapa. Poder tener voz.




"Cuatro millones de espectadores han seguido el programa Top Chef pero ninguno de los clientes que han pasado durante ocho años por La Salita tiene la culpa de que yo haya ganado ese programa y nada tiene que cambiar".

Mi Salita funcionaba bien y sigue siendo lo mismo, igual que era antes de que acabara el programa, aunque ahora tenemos la suerte de que haya gente de toda España que viene a vernos, pero ni siguiera hemos subido el precio".

Esta mujer a la que siempre le ha gustado el arte y el diseño y que lleva la cocina en las venas, adora los platos bonitos, trabaja mucho la estética en los emplatados, y aunque sostiene que lo que importa es que todo esté muy rico, sus creaciones sorprenden por su increíble control del cromatismo. El resultado no deja a nadie indiferente.




Siempre obsesionada por mejorar y por aprender...  lo mejor del programa según dice "ha sido ser consciente de cuales eran mis carencias, que las tenía. Pasar cinco semanas fuera de tu mundo te enseña mucho".

Y por supuesto el conseguir ser visible. A Begoña le han sucedido cosas con las que jamás hubiera soñado y que aun le emociona recordar; como el tener la oportunidad de salir en la reputada revista Apicius, que ella siempre había leído como todo lo que publica Montagud. 

"El fenómeno televisivo es impresionante", comenta, "las cosas que pasan en la tele dan la vida a mucha gente que está en casa sóla". Hay cientos de anécdotas que Begoña tiene para contar desde que se proclamó ganadora de la primera edición de Top Chef. Hay niños que han pedido como regalo de reyes comer en La Salita", nos cuenta. "Es la magia de la tele"....."Yo no me merezco esto".

"Uno no puede imaginar que algo sí te pueda pasar a tí" y es fantástico que se impulse o se vea la gastronomía desde otro punto de vista diferente al que se ha hecho siempre.




Su menú de 37 euros ofrece una excelente cocina mediterránea. A Begoña le gusta trabajar con productos de su tierra como las judías planas, "las cocinamos blanqueadas y licuadas" y a la vez introducir elementos procedente de otros lugares.

"Tengo una cocina que es de Pin y Pon, nos cuenta, y para sacar un plato atractivo tenemos que vigilar bien las temperaturas y para ello es necesario contar con tres personas para que lo monten y llegue bien a la mesa".

Le encanta la pastelería pero confiesa que no la trabaja porque, con gran dosis de humildad, opina que es muy mala. Así que ella es quien desarrolla la idea y diseña el plato pero hay una chica que es quien la ejecuta.

Las carnes rojas no le emocionan, en ese terreno reconoce: "me cuesta crear un plato que me sea atractivo porque me cuesta vender un plato en el que no crea".

"Yo soy feliz trabajando con verduras, producto del mar, pescado, y plancton de Angel León; tengo la suerte de que me lo facilita".

Le gusta mucho trabajar las aves. Le encanta la pintada! Hay uno de sus platos que veo en la proyección que nos presenta que no puede ser más bonito; es la "Piruleta de pintada". Begoña dice que es un ave que tiene un toque muy tierno. "Las piruetas las hacemos con las supremas cocinadas a baja temperatura para que queden más jugosas y luego llevan glaseado de su propio jugo!"

Por último mira a Francis Paniego y confiesa "la casquería de Francis me encanta".




En la sala Begoña nos va explicando los platos que son más representativos para ella, fotografiados con un estilo vanguardista y atrevido por Manuel Toro, y que componen su libro. El libro que la productora tenía programado publicar al finalizar el concurso.

Un libro que le supuso una buena pelea por querer salirse del formato de "libro de supermercado", de programa de televisión. Tenía claro que lo que quería mostrar era otra cosa y se rodeó del mejor equipo para poder hacerlo realidad.

Aunque su experiencia en el paso por Top Chef ha resultado en general positiva, reconoce que no se volvería a presentar. No le ha gustado como se ha planteado el programa; "pensaba que era un programa de cocina y luego he visto que era un reality show".

"Hemos hecho pan, hemos trabajado con los pescados, hemos aprendido cosas muy interesantes que no se han emitido por dar prioridad a otros aspectos, más morbosos".  "Te expones de una manera que no es normal; no juzgan tu trabajo si no a una persona, que además tampoco eres tú, sino lo que de tí quieren enseñar. "




Francis le recuerda que a las dos semanas de llegar al Top Chef se quería marchar y le pide que nos lo cuente. En efecto "en un sitio que no es el tuyo y con un micrófono todo el día, es cuando entiendo que cualquier paso en falso puede perjudicar a mi restaurante".

Begoña recuerda que esto sucedió después de realizar una prueba en el Mercado Central de Valencia, cuando Susi Diaz, jurado, le dice que el pescado está crudo y le espeta que su plato es incomible. "Lo pasé fatal, nunca me había pasado una cosa así, me quise marchar".

Otro asunto muy desagradable fue el "guión" que elaboró el programa haciendo ver que había un enfrentamiento entre ella y otra compañera. Se sacan unas escenas sí y otras no, y se puede llegar a tergiversar la realidad. Las RRSS explotan, la familia sufre, el equipo de su restaurante lo acusa, se recibieron insultos y amenazas. "Hay gente que te apoya, pero los que están en contra siempre se hacen ver más".

"Cuando sucedió de lo Valencia recibí mucho apoyo de mis compañeros que me animaron a continuar y luego llegó mi plato... Pichonetto meronatto...  y lo cambió todo". 




Yo siempre pensé que esta gran chef, y mejor persona, no merecía el trato recibió por parte de la audiencia.

Begoña y yo nos conocíamos de antes. Era el mes de octubre de 2013 y acababa de emitirse el primer capítulo del programa. Aun no estaba muy presente en las conversaciones, ni había alcanzado la fama que luego fue consiguiendo con su buena audiencia. Estábamos en la cena de inauguración del Congreso San Sebastián Gastronomika, a la que había sido invitada por ser medio colaborador on line, y donde se reunían periodistas y chefs.

Vi a Juan Mari Arzak que se estaba haciendo fotos con una chica, y quise acercarme a saludarlo. Lo cierto es que la cara de esa chica me resultaba familiar y no dudé en preguntarle de qué nos podíamos conocer.....  "tu cara me suena" fue mi frase, como ella me recordaba en Tondeluna.

Francamente pensé que se trataba de alguna compañera blogger con la que quizá hubiera compartido mesa en algún evento. Pero no, era "Bego de Top Chef". Nos reímos e iniciamos una conversación en la que por supuesto jamás me confesó que era además la ganadora del concurso. Luego nos seguimos por las RRSS, y la verdad tenía muchas ganas de volver a verla.




En Tondeluna nos contó también sus planes de futuro. Bego tenía un sueño que era algo complicado llevar a cabo.

Cuenta con un local pegado a la cocina de La Salita que quiere acondicionar como un privado, una sala reservada para 12 comensales con un tipo de cocina más arriesgada que no puede ofrecer en su restaurante porque se trata de otro concepto, y no quiere privar a sus clientes fieles de La Salita de siempre. Es un capricho que hasta ahora no se había podido dar y que si todo va como debe ir verá la luz en un futuro próximo.

No quiero ni imaginar como será la cocina que se podrá degustar allí! El potencial creativo de esta chica es tremendo y si en Tondeluna tuve la oportunidad de probar alguno de sus platos ejecutados por el equipo de Francis Paniego, no quiero ni pensar lo que puede ser ir un paso más allá de ese salmón marinado tan especial y de los virtuosismos que es capaz de hacer con los vegetales que acompañan un plato de pescado como el que aquella noche probamos.




El salmón marinado con hierbas aromáticas.... eneldo, cilantro, estragón, naranja y lima y una crema de hinojo. Visualmente fantástico y de sabor y textura maravillosos.




La caballa agridulce... cubierta por una sinfonía de pequeñas verduras y curiosamente dulce. Un plato que me hubiera gustado tomar en tamaño big size!!

La velada se alargó y Begoña, Francis, Angelines, Fernando y Cristina (Garbancita) compartimos mesa hasta las tantas... mesa y algunas confidencias.

La dedicatoria de su libro quise leerla a solas y en casa, y así alargar un poco más su compañía; una presencia de la que uno no puede más que disfrutar... por su simpatía, su carácter llano y las anécdotas de una vida llena de experiencias en torno a la cocina.







 Beatriz Tobegourmet.

Macarons de vainilla color verde Ladureé. Receta.

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Prepararos para ver macarons en las próximas semanas. Creo que me ha convertido en adicta a este "dulce de alta costura" como le han venido en llamar. No sólo a su sabor delicado sino al hecho mismo de su elaboración. Hacer macarons es tan relajante como hacer punto, pilates, pintar un cuadro, oír música clásica, o leer un buen libro. Cuando se acaba el proceso y se ve el resultado se siente una inmensa satisfacción.





Tengo varios libros sobre macarons, el primero que me compré llevaba por título; "Macarons, 30 recetas del bocadito perfecto". Es una edición sencilla pero encierra increíbles combinaciones como la de los macarons de azafrán y cardamomo que tengo que hacer!

Pero no paré hasta conseguir el libro de macarons más bonito del mundo; el de Ladurée. En realidad encierra un compendio de postres elegantísimos que combinan unos colores pastel, donde abunda ese verde tan característico de esta casa fundada en 1862. El verde que he tratado de reproducir en los macarons que veis.




La maravillosa historia de Ladurée comenzó por aquel entonces, cuando Louis Ernest Ladurée abrió su primera panadería en centro de París, concretamente en el número 16 de la Rue Royale, en uno de los que resultó ser los barrios más pujantes y elegantes de la capital. Combinando la cafetería y la pâtisserie parisinos nació más tarde uno de los primeros salones de té de París.

En 1997 se inaguró el salón de té de Los Champs Elysees, mi preferido. Aquí podéis ver algunas fotos de las tiendas de Ladurée de Paris en unas de mis visitas. Con el tiempo se ha convertido en todo una institución parisina de obligada visita por los gourmandises, golosos, locales.

Y poco a poco se ha ido implantando en otras ciudades del mundo, como Londres, Tokio, Nueva York.... Os recomiendo echéis un vistazo al post que redacte hace unos meses sobre los macarons de esta casa en Ginebra. Podéis verlo Aquí.




Dentro de los dulces, los macarons me parecen la cosa más fina y elegante para regalar o para aportar a una cena. Yo los conocí es esa precisa circunstancia. Estaba invitada a una velada en una casa en París a la que iba a acudir gente muy elegante. Una pareja se presentó con unos pastelitos pequeños de distintos colores a cual más ideal. Eran los macarons. No los había visto en mi vida y me enamoré en el acto. Creo incluso recordar que llegué a perder la compostura comiendo más de la cuenta!

No me pude, qué digo! no me quise resistir.




Siguiendo las estaciones y como si se tratara de colecciones de moda, el pastelero Philippe Andrieu va creando dos veces por año sabores nuevos y diferentes. 

Ladurée es una celebración de lo dulce y lo femenino; por cada sabor de sus creaciones hay una amplia paleta de colores. El rosa delicado, el morado intenso, y su emblemático verde pastel, que es el que yo he elegido para la receta de hoy.

Esta firma comprende así diferentes colecciones y colaboraciones con otras grandes marcas como Nina Ricci... 

Visitar su página web, es un placer para la vista y un padecimiento para el paladar, será ver y no tocar.... pero os van a entrar unas ganar irresistibles de haceros con el material necesario y abordar la aventura macaron!




Hace ya tiempo puse a vuestra disposición este estupendo tutorial, que siguiendo paso a paso os llevará a obtener unos macarons como los que veís; hechos con la técnica del merengue italiano con la que se consiguen claramente mejores resultados.

Necesitamos: Almedra molida, azúcar glass, claras de huevo viejas, colorante verde (lo podéis encontra en Azúcar y Vainilla), azúcar normal. En el paso a paso al que os remito tenéis las cantidades exactas, los tiempos y las instrucciones para conseguir unos perfectos macarons.

Contad con que desde que tenéis la intención de hacerlos hasta que los veáis terminados van a pasar al menos dos días, porque las claras habrán de estar separadas 48 horas de las yemas.




Para el relleno de vainilla es preciso: 75 g de mantequilla blanda, 1 cucharadita de esencia de vainilla, 200 g de azúcar glass. Batimos y dejamos enfriar. Rellenamos con ayuda de una cuchara pequeña.

Después de barajar varias posibilidades, me ha parecido elegante la combinación del tono verde empolvado con el tono crema, que es sin duda uno de los divertimentos de hacer macarons; combinar colores. Soy de tonos suaves.

Como afirma Ladurée, su objetivo es crear belles choses; cosas bonitas. Y no hay para mí cosa más estimulante que  crear cosas bonitas con mis propias manos y que además sean dulces y se puedan comer!!




Beatriz Tobegourmet.


Milhojas de foie, manzana y queso. Receta.

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Hay algo que me gusta casi tanto como el chocolate, que es exageradamente mucho, y ese algo es el foie. He vivido muchos años a un paso de Francia y a lo largo de ese tiempo puedo afirmar que he probado muchos, muchísimos. No sólo los que hemos ido comprando, siempre con la disculpa de alguna cena o celebración; también los hemos ido degustando en diferentes restaurantes. Si visitas la Región del Perigord es imposible no pasarse el día entero comiendo pato de una forma u otra. 

Me gusta cuando los ofrecen hechos en casa; nosotros también lo hemos elaborado artesanalmente en alguna ocasión. Creo por tanto, que sé algo de foies.





Estas Navidades tuvimos el placer de degustar en casa los productos de la casa Malvasía, y desde entonces forman ya parte de mis foies predilectos; esos con los que siempre aciertas. Se producen en Soria... curiosamente ahora me encuentro a un paso de allí. Veo que mis movimientos geográficos gravitan en torno a zonas ricas en foie.... por algo será!

Como a mí me gusta comer el foie es sobre una tostada de pan, mejor si es del estilo brioche; la más apropiada. No lo extiendo, lo coloco en trozos gruesos, que se noten al morder. Como mucho le añado un poco de sal... para realzar aun más el sabor, pero no siempre.




Además de esta forma simple y básica de degustar este manjar; hay una preparación que me persigue y que estaba empeñada de hace tiempo en tratar de emular en casa. Se trata de la combinación foie, manzana y queso en milhojas con azúcar quemada.

La primera vez que descubrí esta combinación fue al tiempo la más impactante. Fue y sigue siendo el milhojas de foie más delicioso del mundo. Es el que ofrece Martín Besategui en su "gran menú degustación" desde 1995 y que aun hoy sigue manteniendo en carta por su gran éxito. Se trata del "Milhojas caramelizado de anguila ahumada, foie gras, cebolla y manzana verde". AQUI os dejo la receta por si os animáis o si queréis verlo en fotos. Es, ya digo, espectacular.

Posteriormente, y al traladarme a La Rioja, descubrí una versión muy interesante en el Restaurante Casa Toni en San Vicente de la Sonsierra, que tengo que reconocer que está riquísimo: "Milhojas caramelizado de foie, reinetas y queso de cabra".  

Y por último el gastrobar Umm en la capital, tiene en su carta un "milhojas de foie" que me vuelve loca; vamos que últimamente lo ceno todos los viernes que me quedo en la ciudad.




Era pues cuestión de tiempo que hiciera este despliegue en mi cocina para experimentar y comprobar que yo también podía hacer mi propio milhojas de foie.

No teniendo ni idea, traté de imaginarme en qué podría consistir la receta, y tomé como base la de la tradicional tarta de queso pero sin azúcar. Creo que me fue bien. Conseguí así una base de queso crema consistente como para ser cortada en porciones rectangulares sin que se viniera abajo. Luego apliqué unas laminas finas y pequeñas de manzana, eso fue muy fácil.




Lo ideal hubiera sido apostar por el foie micuit para cubrirla. Pero en casa tenía aun unas latas de mousse de Malvasía que estaba segura me iban a hacer buen papel. Es importante contar con un buen producto si se quiere obtener un buen resultado, así que por favor elegid un buen material.

En lo que fallé de forma estrepitosa fue en el caramelizado. En efecto, tengo mi soplete, pero aun sin desprecintar; o sea que me encontré con que no tenía carga para poderlo utilizar. He hecho verdaderas locuras para completar una receta que quería a toda costa compartir en el blog, recorrerme ochocientas tiendas en busca de un ingrediente, o trasnochar para tener listo un bizcocho a primera hora del día siguiente, pero esta vez no hubo forma de quemar el azúcar dispuesto sobre el foie.

Me resulta algo vergonzoso reconocerlo, pero el pasado martes me rompí el quinto metatarso de un pie haciendo una foto para subir a Instagram. He asumido el riesgo de caerme de la silla y romperme el otro pie mientras hacía esta toma cenital, pero dejar las muletas en el asiento de atrás y conducir en busca de un estanco para cargar el soplete me parecía totalmente desproporcionado, además de temerario. Con lo cual, por el momento, este milhojas se queda sin caramelizar.




Por cierto.... deberíais seguirme si es que no lo hacéis ya en mi cuenta de Instagram donde soy @tobegourmet. Encontraréis fotos culinarias, personales, y bonitos paisajes por lo que soy capaz de dejarme un pie como el rosario de la aurora.

Vamos con la receta!

Ingredientes:

- 200 g de queso crema.
- Un yogurt natural.
- 100 g de nata 35% mg.
- 2 láminas de gelatina Royal.
- 1/2 manzana.
- 1/2 limón.
- 400 g de mousse de foie.
- 4 cucharadas de azúcar.


Cómo se hace?

En un cazo calentamos la nata con el queso crema y añadimos las dos láminas de gelatina hasta que esté caliente pero sin llegar a hervir. Retiramos del fuego y agregamos el yogurt. Removemos bien hasta integrar y lo vertemos sobre un molde bajo alargado o rectangular. Puede servir una fuente Pirex o un tupper.

Cuando esté frío y haya solidificado añadimos las rodajas de manzana finas, troceadas posteriormente y con su corteza, para cubrir toda la superficie. Id frotando la manzana con limón para que al cortar la rodaja  y trocearla no se nos oxide. Yo he usado Golden, pero la variedad Gala puede quedar vistosa si dejáis asomar la parte con corteza por los bordes del milhojas.




Cubrid después con pequeños trozos de mousse de foie, mejor a temperatura ambiente para que sea más fácil, y alisarlos en la superficie con una espátula. Cuando hayamos extendido toda la capa meteremos en el frigorífico una media hora para que el foie endurezca.

Al sacar podemos, o bien cortar porciones como si se tratara de una lasagna, o si como yo, queréis complicaros la vida y buscáis la perfección, podemos ir desmoldando rectángulos con un cortador de galletas como el que veis u otro similar y con la ayuda de una pala para recogerlos bien desde abajo.

Presionamos con los dedos para liberar el milhojas y aplicamos el azúcar.




Este es el momento del soplete, en su defecto dicen que se puede calentar una espátula y quemarlo con ella. Yo os digo que me pasé un cuarto de hora calentándola una con una vela.... tengo vitrocerámica y no había otra forma, todo ésto con muletas, y sólo conseguí dorar un poquito, muy poco, parte de la superficie, así que recurrí al clásico caramelo para hacer unos hilos con que culminar mi delicioso milhojas de foie, manzana y queso.

Ya sabéis, calentamos un poco de azúcar con un o dos cucharadas de agua y esperamos a que dore, sin tocar. Luego cuando empieza a enfriar y solidificar, lo estiramos con un par de tenedores y dibujamos formas caprichosas para adornar. 

La combinación de sabores es exquisita; el foie con el caramelo es un clásico, el queso crema lo suaviza y la manzana le da un punto dulce y frutal. Un aperitivo exquisito y fácil de elaborar.




Beatriz Tobegourmet.



Tarta de cumpleaños con canela y nuez moscada.

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Son diferentes los motivos que pueden llevarme a publicar una receta. En este caso acudo, como no, a la llamada de Mon que, por el tercer aniversario de su blog April's Kitch, ha decidido enredarnos con el reto de cocinar para la escena de una película de los años cincuenta a todos sus amigos y seguidores. Ahí es nada!

Si participara en todos los concursos, retos, aniversarios que los blogs de recetas, marcas, o  empresas organizan permanente en internet, no me dedicaría a otra cosa, pero Mon y yo tenemos algo que nos une... y que no sabría explicar. Y por eso aquí estoy pese a todo....

Y digo pese a todo porque no me gusta el cine de los años cincuenta; igual que mis hijos salen despavoridos si les pongo a ver Heidi. Soy una mujer de mis tiempos. Ni siquiera vi "Lo que el viento se llevó". Y salvo las de Hitchcock el resto me dan muy igual. Seguramente cuando triunfaron yo estaba a otra cosa.




Pero no sólo eso, sino que además, he tenido ciertos inconvenientes para llevar a cabo este reto. Y son precisamente los que me unen a la película que he seleccionado para Mon. 

Realmente no sabía muy bien cómo elegir el film para cumplir con los requisitos exigidos, así que opté por teclear en google "cine años cincuenta" e irme directa a las imágenes en busca de inspiración.

No tardé ni dos minutos en tener mi candidata. Miré mi pie derecho momificado hasta la rodilla por una venda bien apretadita y acto seguido la muleta que luce Paul Newman en "La gata sobre el tejado de Zinc" y su escayola en el mismo pie y en el mismo lado; el derecho.





No tenía ni idea de qué trataba pero sin duda esa era mi película. Y así lo decidí, con la sola imagen de aquel fotograma en que además se mostraba una tarta de cumpleaños...... para el aniversario de Mon??

Así que muleta a un lado y pie en alto sobre un cojín como Brick, me dispuse a visionar la cinta en mi I pad. Ese fue el comienzo de todo un proceso que culmina hoy con la redacción de este post. Justo horas antes de que finalice el plazo de entrega de mi receta... y es que desde hace un par de semanas.... todo lo hago muy lento....

Bien, el reto #cocinadecine consiste en versionar un plato que salga en la película, o si en la película no sale ningún plato imaginar cual encajaría bien a uno de sus personajes en una escena determinada o incluso inventarse la escena.... eso en rasgos generales. 

La gata sobre el tejado de zinc gira en torno a la celebración de un cumpleaños. El cumpleaños del super millonario abuelo Pollitt que está a punto de palmarla. Sus familiares acuden como buitres carroñeros para hacerle la pelota, salvo Brick y su esposa Maggie (Elizabeth Taylor) que además de los guapos de la peli también son los buenos.

En fin, éste es el super resumen de la historia, que me habilita para contaros que lo que decidí preparar fue precisamente eso; una tarta para el cumpleaños del abuelo.




A parte de ésto, puedo deciros que la película trata sobre la mentira, la hipocresía y la avaricia de las personas, y que aunque se presenta como un drama, a mi me pareció una comedia estupenda pues no paré de reír de principio a fin.

Quien conozca la película no entenderá muy bien a qué me estoy refiriendo, pero si entre vosotros hay algún lesionado que vista escayola y muleta, me dará la razón.

El film empieza cuando Paul Newman se fractura un tobillo y la trama discurre en tan sólo un día, el día siguiente. En ese día, que yo recuerdo en mi caso como especialmente doloroso y eso que sólo me rompí la base del 5º metatarso que es nada... Nuestro Brick es capaz de:

- Ducharse sin ayuda.
- Vestirse y desvestirse varias veces.
- Dejar la muleta de lado y andar dando saltos como un bailarín.
- Quedarse de pie sin apoyo charlando tan ricamente.
- Liarse a romper objetos dando zancadas como si fuera un animal.
- Caminar sobre el barro.
- Descender a un sótano por unas empinadas y viejas escaleras de madera, a pulso.
- Conducir un descapotable bajo la lluvia!!!




Y no me he inventado nada.

Sí es cierto que de repente se queja y anda de forma torpe y con esfuerzo para que no se diga. Eso hace aun más risible el asunto: ahora no puedo ni moverme, ahora te hago el pino puente.... Es lo que tiene el cine de aquella época.... que está plagado de divertidos gazapos.   

Así que vista la peli, me sentí capaz de hacer muchísimas cosas, entre ellas, cocinar una tarta de tres pisos, fotografiarla y hacer un post.

Cuando al abuelo Pollit le presentan la tarta sus insoportables y ruidosos nietos y la esperpéntica de su nuera, haciendo dolarines con los ojos, directamente se niega a soplar las velas y la aparta con gesto de desprecio. Y eso que en la cena se había puesto ciego de langosta y yemas confitadas. 

Les pasa por no recurrir a la infalible Martha Stewart, aunque claro, por entonces iría al parvulario como yo, de lo contrario, sería imposible resistirse a ninguna de sus apetitosas tartas.

Así que en una especie de "Regreso al Futuro", he decidido presentarme ante el abuelo Pollitt con  la "Sugar and spice cake" de la Steward con la esperanza de que la acepte y sople las velas.




Ingredientes:

- 300 g de harina de repostería (Santa Rita Harinas).
- 1 cucharada de bicarbonato.
- 1 cucharadita de canela molida.
- 1 cucharadita de nuez moscada.
- 1 cucharadita de sal.
- 225 g de mantequilla punto pomada.
- 300 g de azúcar.
- 3 huevos L.
- 2 cucharaditas de extracto de vainilla.
- 325 ml de leche.
- 150 g de confitura de frambuesa.


- 300 g de nata para montar 35% mg.
- 300 g de queso mascarpone.
- 60 g de azúcar glas.
- 2 cucharadas de azúcar.
- 1 cucharadita de canela molida.





Preparación: En un bol mezclamos la harina con el bicarbonato, la sal, la nuez moscada y la canela y reservamos. Cuando indico la medida de un cucharada me refiero a una cucharada sopera y cuando hablo de cucharadita a una cucharilla de postre.

En otro bol mezclamos la mantequilla con el azúcar normal batiendo durante un par de minutos o tres. Añadimos la esencia de vainilla y luego la harina especiada en tres veces. Vamos batiendo y añadiendo también la leche en dos veces. Así hasta que esté todo bien integrado y tengamos una masa homogénea.

Engrasamos un molde estrecho y alto y vertemos el contenido del bol. Horneamos a 180º durante unos cuarenta minutos o hasta que la aguja salga limpia. 




Para la preparación del frosting: Montamos la nata con la mitad del azúcar glas y en otro recipiente el queso mascarpone con el resto del azúcar. Luego añadimos éste último a la nata y removemos con suavidad.

Seccionamos el bizcocho con ayuda de una lira o en su defecto un cuchillo largo y fino, y comenzamos a rellenar la tarta con una capa de confitura  de frambuesa y sobre ella otra de frosting. Depende de la altura y forma de vuestro molde podréis dividir el pastel en tres o cuatro capas. Repetimos la operación de la confitura y crema de queso hasta llegar a la última capa. En la última añadimos más cantidad de frosting y espolvoreamos con una mezcla de azúcar y canela.




El resultado es esta tarta de especias dulces; nuez moscada y canela, con un relleno de nata y frambuesas espectacular. Imposible resistirse. 

Ideal para un cumpleaños... da igual de qué edad; yo ya siempre pongo en las velas las unidades y renuncio a las decenas, y lo mismo he hecho con el abuelo Pollit que celebraba sus 65. Si hubiera recibido este pastel, hecho con corazón, nunca lo hubiera rechazado. Muchas felicidades también a tí Mon!





Beatriz Tobegourmet.


Muffins de zanahoria, manzana y sésamo. Receta.

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Esta receta deliciosa la encontré por casualidad hojeando una de las muchísimas revistas de recetas que guardo en casa. Era de un especial Navidad y se presentaban como unos bizcochitos de zanahoria y manzana que yo he preferido presentar en cápsulas de magdalenas. He elegido unas color verde manzana, o verde césped, como se quiera. Yo, como seguro muchos de vosotros, acostumbro a comer también con los demás sentidos y no sólo con el gusto. Y estos dulces esponjosos y caseros tenían que estar rodeados del color de la primavera de abril; húmeda, luminosa y fresca.





Sabía perfectamente que estos muffins no iban a tener ningún éxito en casa, así que me preparé para empaquetar unos cuantos para regalar. Me estoy aficionando a estas bolsas de papel, típicamente americanas, conocidas como "treat bags" o "favor bags". Las usé hace no mucho para envolver un par de porciones de mi "plumcake de Baileys con frutas escarchadas", podéis verlo AQUI, y llevárselo a una amiga que fui a visitar a la hora del café. La verdad es que te presentas con una cosa así en una casa y quedas como una reina.

En EEUU se usan para vestir mesas dulces y rellenarlas de golosinas para niños, o también para envolver informales cubiertos en cumpleaños o picnics. El "chevron", o estampado ziczac, está de moda así que son perfectas y en Mandisign las tienen disponibles en un montón de colores.




Me gustó mucho el aspecto que lucían aquellos bizcochitos y además son muy fáciles de hacer:


Ingredientes:

- 150 de de harina.
- 50 g de mantequilla punto pomada.
- 2 huevos L.
- 2 zanahorias pequeñas.
- 2 manzanas de tamaño medio.
- 50 g de azúcar.
- 1/2 sobre de levadura química.
- 125 cc de leche.
- Una pizca de sal.
- Azúcar glas para espolvorear.


Preparación: Previamente cocemos las zanahorias durante unos 20 minutos en un poco de agua y reservamos. En un bol batimos la mantequilla con el azúcar, añadimos las yemas y batimos de nuevo. Incorporamos la leche, y después la zanahoria machacada, y lo integramos de nuevo en la masa con la ayuda de unas varillas. Comenzamos entonces a añadir la harina con la levadura y un poco de sal y seguimos removiendo hasta que quede una masa homogénea. A continuación la vertemos en las cápsulas para magdalenas.




Vamos precalentado el horno que deberá estar a 180º y al mismo tiempo pelamos las manzanas y las cortamos en pequeños trocitos. Colocamos un puñadito en cada cápsula y ya tenemos nuestros muffins listos para introducir en el horno. Con unos veinte minutos será suficiente.




Los dejamos enfriar sobre una rejilla y cuando hayan templado los espolvoreamos con azúcar glas y semillas de sésamo. El resultado es éste; unos muffins con un tono anaranjado precioso, sus tropezones de fruta, la textura del sésamo y el dulzor del azúcar fino.




Diferentes, originales y deliciosos, estos "muffins de zanahoria, manzana y sésamo" además de riquísimos son preciosos, ideales para acompañar un té o para llevar de regalo. A mí me encanta variar cuando pienso en hacer magdalenas, y lo cierto es que podemos encontrar infinidad de combinaciones de ingredientes que casan a la perfección, tanto dulces como salados.

Y ahí es cuando necesariamente deben cambiar de nombre; pues si hablamos de añadir frutas y verduras u otros ingredientes incluso salados, y de prescindir del famoso copete.... entonces debemos llamarlos  muffins que son así; rellenos de cosas, generalmente más densos y más planos. Los muffins son ingleses y las magdalenas con copete y esponjosas... francesas. Lo sabías?





Beatriz Tobegourmet.


Galletas de glasa pintadas con bolígrafo comestible. El Principito.

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Me gustan las galletas con glasa blanca, creo que son muy elegantes y al mismo tiempo tan básicas que las puede hacer todo el mundo. Y si tengo que elegir un libro entre los libros, elegante y sencillo, muy sencillo, me quedo con El Principito. Una historia francamente deliciosa.
Hoy os enseño como pintar galletas con bolígrafo comestible sobre la glasa y dibujar motivos. No es necesario complicarse la vida con colores y pinceles, aunque he visto algunas muy bonitas, porque el blanco y negro queda ideal y es facilísimo.




Soy buena dibujante aunque lo cierto es que no practico nada, una pena. Así que he disfrutado muchísimo reproduciendo las ilustraciones de Antoine de Saint-Exupéry, que son las que figuran en la edición original, en estas riquísimas galletas de mantequilla hechas en casa. 

Luego ha habido otras versiones con otros dibujos, pero la que yo tengo y veis en las fotografías es la de 1977, una reedición de la primera de 1971. Yo contaba con unos ocho años y aun no era capaz de entender el verdadero significado de este libro de niños que en realidad es un libro de adultos.




Un libro de adultos y unas galletas de cuento. Esa es mi propuesta de hoy; galletas que han entusiasmado en casa y que os puedo asegurar que aun no nos hemos comido porque no nos cansamos de mirar lo bonitas que son.

Quiero dar las gracias a María de Azúcar y Vainilla por regalarme, entre otras cosas, este bolígrafo de tinta comestible (eres un sol!); una tienda pionera en mi ciudad, que creo fue la primera que abrió para ponernos al alcance de la mano todo lo necesario para la repostería creativa. Allí fue donde asistí a un curso de galletas decoradas con glasa gracias al cual he podido hacer éstas que no es por nada, me han quedado perfectas.




1. Los cortadores: Para hacer las galletas de base utilicé unos cortadores que me traje de Nueva York de la marca de Martha Stewart de la que sabéis que soy fan. Forman unos círculos concéntricos de menor mayor. El diámetro que utilicé fue de unos 9 centímetros. Podéis ver el paso a paso fotográfico en mi Instagram.

2. Galleta de tamaño grande. En efecto, se necesita una galleta grande para poder dibujar dentro de ella. El bolígrafo que yo tengo tiene dos lados; por uno pinta fino y por otro más grueso. En esta ocasión utilicé sólo el lado fino.

3. El motivo del dibujo. No hace falta que os compliquéis la vida. Podéis dibujar cualquier monigote, se pueden hacer figuras muy sencillas sin ser necesariamente un artista. Otra opción es pintar un mensaje en la galleta, al estilo Mr. Wonderful. Mi hija Marta me ha encargado que le haga las invitaciones de cumpleaños así, escritas sobre una galleta!!

4. Corregir errores. Dibujo bien sobre papel, pero es cierto que me temblaba el pulso cuando me enfrenté a la primera galleta. Había hecho alguna de más por si tenía algún descarte, pero luego descubrí aunque no es lo ideal, que con un palillo higiénico y un poco de agua se puede borrar un trazo erróneo y secar posteriormente con el otro lado del palillo. Para ello es necesario que la capa de glasa aplicada en la galleta sea lo suficientemente gruesa.




5. La receta para la galleta. Estos son los ingredientes que necesitamos:

- 1 huevo L.
- 500 g de harina para todo uso.
- 250 g de azúcar glas.
- 250 g de mantequilla.
- 1 cucharada de esencia de vainilla.

Y para la glasa:

- 1 clara de huevo.
- 250 g de azúcar glas.


Y... Cómo se hace?. En este caso os voy a remitir al paso a paso que publiqué hace ya algún tiempo donde lo tenéis perfectamente explicado. Ver AQUI.




6- Consejos importantes: Frío, frío y frío... para guardar su forma, en este caso los bordes, es muy importante que antes de cortar la galleta esta esté recién sacada de la nevera y que una vez cortada, como la habremos manipulado y calentado ligeramente con las manos, la volvamos a refrigerar de nuevo unos diez o quince minutos.

Mejor quedarnos cortos de horno que pasarnos. Me explico, mejor una galleta blanquita que una muy dorada. Al enfriar endurece, por eso si al sacarla del horno se percibe aun blandita no pasa nada. Si han pasado más de diez minutos seguro que está cocida.




7- El uso del bolígrafo de tinta comestible. Aparte de lo que ya os he indicado, si vais a dibujar un motivo, os doy un par de consejos. En primer lugar... relax; buscar un momento tranquilo en que nadie os interrumpa. En segundo lugar, probad primero a dibujar sobre un papel para calcular la escala del dibujo. Si estamos copiando seguro que el tamaño no será el mismo que en que nos encaje dentro de la galleta y además podemos observar errores de copia que luego podemos tener en cuenta a la hora de dibujar sobre la glasa para no comerterlos. Yo por ejemplo sobre el papel cometí un fallo con el abrigo del Principito, la espada me quedó por detrás!, luego tuve más cuidado, ya me lo sabía.... y voilà!





Beatriz Tobegourmet.


Besos de chocolate de Lékué o Pop Kiss.

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Os traigo una idea estupenda para el día de la madre. Qué tal si por una vez somos nosotras las que obsequiamos a nuestros hijos? Así.... con estos besos de chocolate!

En casa celebramos el día de la madre por imperativo escolar. Es decir, hay que abrir el regalo que los niños han hecho en el colegio para ese día tannn especial. Me parece pues de justicia corresponderles con algo elaborado también con nuestras propias manos. Pobres! se pasan horas y horas haciendo el marco, llavero, marca páginas.... qué menos!

Estos originales besos de chocolate son el producto de la nueva colección Lékué y Escribà; un nuevo concepto de pastelería lúdica para elaborar postres creativos de forma asequible y sencilla.





Antes que nada no quiero crear malos entendidos y debo aclarar que si de la primera foto alguno  ha extraído que tenemos siete hijos está del todo equivocado. Con dos estoy bien servida, y además en este caso.... puedo comerme yo sola los ocho labios restantes!! (el molde es para diez) lo cual es una ventaja.

Permitidme que antes de entrar en materia explicando la técnica de preparación de estos labios tan apetitosos haga tres breves apuntes respecto al "día de" que en este caso nos ocupa.




1. Madre no hay más que una. El día de la madre, por tanto, no es el día de la suegra, ni el de la cuñada, ni el de la abuela. A ver, no nos amontonemos y que cada hijo felicite a su madre en armoniosa intimidad. Es decir, poniéndome como ejemplo para entendernos, me considero exenta de felicitar a mi hermana por el hecho de ser la madre de mi sobrino, y tú, no hace falta que lo hagas con tu compañera de trabajo aunque acabe de tener quintillizos. NO! relax.

2. Si antes comentaba que en nuestro hogar se empezó a celebrar el día de la madre cuando Alvarete cursó 1º de guardería, auguro que la costumbre finalizará en torno al bachiller o cuando los profesores de plástica lo decidan. Lo que sí estaría bien, si hay alguno entre los lectores, es que nos agasajaran con un simple, pero emocionante dibujo. Es de cajón de madera de pino que no voy a usar ese llavero gigante de fieltro y purpurina!!.... y el pobre niño se va a llevar un chasco de narices al comprobarlo.




3. En nuestra casa no es día de la madre hasta las once de la mañana. Los días festivos no madrugamos, es más, nos encanta remolonear y nos levantamos muy tarde. Y ésto es así porque yo lo digo que para eso es mi día. Hay que promover la virtud de la paciencia y enseñar a nuestros hijos que aunque su impulso sea el de irrumpir en nuestro dormitorio a las siete de la mañana con ese bello marco hecho con botones.... cada cosa en esta vida tiene su momento. Y un domingo a la siete de la mañana no es momento para nada.




Y bien... qué necesitamos para hacer las pirutelas de besos de chocolate? Bueno, digamos que lo más fácil, y para los no muy expertos en cocina, sería hacer los labios de chocolate negro. 

Pero para hacer los tres colores necesitamos:

- 1/2 tableta de chocolate negro.
- 1 tableta de chocolate blanco.
- Colorante rojo (yo Wilton).
- Un termómetro para medir la temperatura.
- El molde de Lékué de Pop Kiss.



Preparación: Tenemos preparado el molde limpio y seco! el agua es enemiga del chocolate, se trata de conseguir una textura y brillo atractivos. Para ello vamos a templarlo o atemperarlo, es decir, fundirlo con cuidado de no sobrepasar una temperatura máxima, de ahí la necesidad del termómetro, y luego reducir bruscamente esa temperatura. 

En el chocolate negro hablamos de fundir a 50º y bajar a 27º, en el blanco fundir a 40º y bajar a 24º. La forma ideal de hacerlo es volcándolo sobre una superficie fría, de acero, o la misma encimera de la cocina, pero antes de que salgáis huyendo de este post, os diré que hay otra forma de conseguir un resultado muy parecido.




Se trata de reservar un tercio del chocolate para añadirlo después al que acabamos de fundir y de ésta forma enfriarlo.

Así, para el chocolate negro, colocaremos un bol dentro de un cazo con agua, para preparar un baño María. Colocamos el chocolate dentro y vamos removiendo con una espátula de silicona. Cuando haya alcanzado los 50º lo apartamos e incorporamos las onzas que habíamos reservado, cuando haya bajado a 27º estará listo para depositar en los moldes.

Yo lo he hecho con la ayuda de una cucharita para no salirme del borde, pues iba a hacer diferentes tipos al mismo tiempo y quería evitar que se mezclaran los chocolates. De otra forma, se puede verter sin tanto cuidado y luego enrasar con una espátula. Damos unos golpecitos con el dedo al molde, y el chocolate se extiende y alisa solo, y al tiempo se elimina cualquier pequeña burbuja.

El rojo se consigue bañando el molde con el chocolate blanco teñido una vez lo hemos fundido, pero solo una capa, o a lo sumo dos. Lo dejamos enfriar y cuando esté firme lo rellenamos de chocolate sin tinte. Enfriamos de nuevo y cubrimos con otra capa de chocolate rojo.

Podéis hacer un beso de chocolate rojo completo, pero considero que es mucha química en un solo beso!




Si se trata de atemperar chocolate blanco el proceso es el mismo que el que hemos indicado para el negro pero como hemos apuntado subimos hasta 40º para fundir y luego bajamos a 24º añadiendo un tercio de las onzas que habremos reservado. Siempre tenemos un margen de un par de grados, cada marca de chocolate es algo distinta, así que tampoco vamos a saber si lo hacemos de forma exacta y precisa. De lo que se trata es de que el chocolate una vez vuelva a solidificar tenga un aspecto brillante y se mantenga en buenas condiciones el mayor tiempo posible.

No aconsejo enfriar en la nevera, es mejor dejarlo en temperatura ambiente hasta que solidifique. El chocolate blanco tarda un poco más. Si tenéis prisa podéis hacerlo, pero no es lo que se recomienda para conseguir un acabado perfecto y que nuestras piruetas de labios luzcan estupendas.

Desmoldar es muy fácil. Los besos salen solos... como en el día de la madre!





Beatriz Tobegourmet.



Galletas abeto, de castañas y queso. Receta.

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Hace unas semanas recibí en casa unos cortadores preciosos con formas de muñecos de nieve, abetos, motivos navideños y de invierno, por gentileza de la casa Lékué. Venían en una lata chulísima, y lo cierto es que hasta ahora no he encontrado el momento para estrenarlos. Me encanta hacer galletas en casa, con mantequilla blandita, un toque de vainilla a veces... y amasarla con tranquilidad. Si afuera está lloviendo disfruto mucho más.

El calorcito del horno, el olor de la masa... son esos momentos felices que hacen que me guste el invierno. Porque francamente, el invierno es un rollo.




Nos salvan las Navidades, que por el momento me encantan, y los fines de semana que vamos a esquiar. Esto último, lo del esquí, ha sido un descubrimiento reciente. El Sr. Tobe, experto esquiador desde la tierna edad de ocho años, ha tenido mucha paciencia esperando que me decidiera. 

Este pequeño autoretrato de su papá, que dibujaba genial, da fe de la afición que ha habido siempre en su casa, y que yo no he compartido hasta que me vi en situación de fuerza mayor.

Fue en Suiza hace tres años. Nos invitaron a la estación de esquí de Wengen, para asistir a la Copa del Mundo de Esquí Alpino. Así que me fui a una tienda y le dije a la dependienta "póngame de todo, menos botas y esquís".




Llegué a la preciosa localidad de Jungfrau sin más ambición que hacer bonitas fotografías de paisajes nevados y aplaudir las carreras con mucho entusiasmo, pero me encontré con que siendo la única del grupo que no sabía esquiar nuestro anfitrión no tardó ni 24 horas en ponerme un "instituteur".

Resultó que el tal instituteur era amable, guapo y muy buen profesor, la nieve estaba en su punto idóneo y el paisaje no podía ser más ideal.... Así que regresé a casa deseando repetir. 

Y de esta forma fue como empezó mi historia con este asunto de esquí para regocijo del Sr. Tobe que ha vuelto con gran entusiasmo a practicar el único deporte que le gusta de verdad.




Estas galletas son ideales para tomar como tentempié en las pistas, ya que a fin de cuentas vienen a ser lo mismo que comerse un bocadillo de queso, pero más estiloso.

Harina, mantequilla, sal y parmesano con forma de abeto. Unas deliciosas galletas de invierno.




Ingredientes:

- 150 g de harina de castañas (Santa Rita harinas).
- 120 g de mantequilla en punto pomada.
- 60 g de queso parmesano.
- Una cucharadita de sal.


Preparación: En primer lugar rallamos el queso y a continuación lo mezclamos con la harina y la sal. Incorporamos la mantequilla y vamos amasando hasta conseguir una bola que no se pegue a las manos. Si así fuera, añadimos un poquito más de harina.




Envolvemos la bola en papel film y dejamos enfriar en la nevera al menos una hora, y si hacemos las galletas de víspera podemos dejarla toda la noche. Sacamos y estiramos con ayuda de un rodillo y  volvemos a enfriar unos 15 minutos. Volvemos a sacar la masa estirada y vamos cortando los abetos con un cortador. 




Colocamos las galletas sobre papel sulfurizado y las horneamos unos diez minutos a 180º. El momento para sacarlas es cuando veamos que los bordes empiezan a estar dorados. Aunque al sacarlas parezca que aun no están cocidas y estén algo blandas, al enfriar se endurecen.




Al estar hechas con harina de castañas son unas galletas aptas para celiacos. En casa gustaron mucho. Su sabor es buenísimo, especial, diferente, quizá más saladas que dulces, deliciosas en cualquier caso. Un fantástico tentempié como decía antes y también una opción muy buena para ofrecer en una merienda con un chocolate, o para envolver y regalar como detalle. 

Unas galletas riquísimas y muy fáciles de preparar. Estoy segura de que os van a encantar!





Beatriz Tobegourmet.


Sopa fría de queso con vegetales. Receta.

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Cuando hace unas semanas Canal Cocina me propuso participar en su concurso "Recetas por 5€" me animé enseguida. Aunque no lo parezca, es bien fácil cocinar por poco dinero y obtener un plato de lujo. La imaginación es un arma imprescindible, así como el conocimiento de los alimentos que están en temporada y de los básicos en cocina que siempre nos sacan de apuros. 
Me apetecía demostraros que es bien sencillo recibir en casa y organizar una cena fantástica con pocos recursos y quedando genial. Y lo voy a hacer explicando como a preparar esta rica sopa fría de queso y vegetales, que será sin duda un aperitivo para triunfar.





Como he comenzado diciendo, se trata de elaborar una receta para dos ó cuatro comensales sin excederse de la cantidad de cinco euros en el coste de los ingredientes utilizados. Concurrimos al reto con otros conocidos amigos blogueros, y la verdad que va a ser divertido ver cuales son las demás propuestas, así que os ánimo a que lo hagáis a través del la web de Canal Cocina. Y a partir de hoy mismo tenéis dos semanas para votar vuestra preferida y optar a ganar con vuestra participación el libro de Marta Yancy "Recetas por 5 euros" que yo ya tengo en casa y es la bomba. Si os apetece votar mi receta podéis hacerlo AQUI.  (gracias jeje!; quedáis invitados a comer a casa).



Habéis oído alguna vez la expresión "me importa un rábano?"; yo diría que sí. Pues este tubérculo que apenas vale nada.... como el reza el dicho, es uno de nuestros ingredientes, como no.

He decidido así, elaborar una sopa fría de queso de cabra, para lo que tan sólo vamos a necesitar nata líquida, un pedacito de queso y un poco de leche. El resto serán trocitos de los vegetales que tengamos a mano en la nevera, y compraremos algún otro para completar el plato. Para 4 personas:

Ingredientes y su coste:

- 320 g de nata líquida ---- 1,35
- 40 g de queso de cabra ---- 0,47
- 20 ml de leche entera ---- 0,02
- 2 rábanos ---- 0,2
- 2 judias verdes planas ---- 0,05
- 1 zanahoria ---- 0,1
- 1/2 puerro ---- 0,25
- 4 cucharaditas de mermelada de pimiento ---- 0,25
- 4 ramas de cebollino ---- 0,10
- 4 cucharaditas de aove ---- 0,15
- sal --- 0,006

Total: 2.95 euros




 Preparación: En un cazo ponemos a calentar la nata, cuando empiece a hervir añadimos el queso y removemos a fuego lento hasta que se funda. Dejamos enfriar. En una cacerola pequeña con agua y sal, ponemos a cocer la zanahoria y las judías verdes, cuando estén al dente las sacamos a un bol con agua fría para romper el hervor. En la misma agua cocemos el trozo de puerro en cuatro. Reservamos.

Cortamos en rodajas finas los rábanos, y a continuación en trocitos pequeños los demás vegetales.




Las zanahorias en cubitos, las vainas en pequeños trozos planos, la parte blanca del puerro en rodajas finas, la parte verde en juliana, y el cebollino finamente picado.

Añadimos la leche a la crema de queso y batimos. Colocamos unas rodajitas de rabanito en el fondo de cada plato, unos trocitos de vainas, y puerro en juliana. Es decir, los ingredientes de menos grosor.
Sobre ello vertemos la sopa de queso y posteriormente añadimos los vegetales formando una decoración colorida. Dejamos caer con cuidado unas gotas de mermelada de pimiento (también puede ser de tomate).




Ya sólo queda añadir sobre el plato unas gotas de aceite de oliva virgen extra y tendremos nuestra crema fría de queso de cabra y vegetales lista. 
Una sopa vistosa y muy rica que no puede ser más fácil de hacer. La podemos dejar preparada unas horas antes de servir y conservar en la nevera tapada con un film. Ideal para los días que están por venir, días de sol y de cenas en la terraza o en el jardín.






Beatriz Tobegourmet.


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