Hace tiempo que me apetece hacer una "naked cake", o tarta desnuda, de estilo rústico. Me refiero a una tarta sin cobertura, o mejor, con la cobertura a medio terminar. Las veo mucho en las las galerías de algunas instagramers americanas y nórdicas.
Lo cierto es que es mil veces más fácil que hacer una tarta perfecta con la cobertura ideal y lisa. Y además tiene otras ventajas, como que se necesita menos crema y es menos contundente, y al mismo tiempo es más ligera.... si es que cabe decir ésto de una tarta con kilos de azúcar y mantequilla.
Lo de kilos es un decir, pero no imaginas la cantidad de estos ingredientes que tienen las tartas hasta que te pones a hacerlas en casa. Eso es así.
Aunque también es cierto que generalmente miras para otro lado y las sigues haciendo porque nos encantan los dulces, hornear bizcochos y sentir ese olor tan agradable en la cocina.
Esta tarta de acabado rústico e imperfecto me parece preciosa, y dado lo fácil que es decorarla creo que me voy a animar a seguir en esta línea de las "naked cakes" en esta temporada de otoño invierno.
Vamos pues a ver cómo se hace una naked cake o tarta desnuda. En esta ocasión he elegido una deliciosa combinación; manzana, queso suave y agua de azahar.
Ingredientes:
- 200 g de mantequilla blandita.
- 175 g de azúcar.
- 2 huevos L y una yema.
- 210 de harina.
- 2 cucharada de café de levadura en polvo.
- 120 ml de leche entera.
- 1/2 limón.
- 1/2 cucharada de café de sal.
- Aceite para engrasar el molde.
Relleno:
- 2 manzanas Granny Smith.
- 80 g de mantequilla.
- 200 g de queso Mascarpone.
- 2 cucharadas de azúcar glas.
Cobertura:
- 300 g de queso Mascarpone.
- 150 g de azúcar glas.
- Unas gotas de agua de Azahar.
En primer lugar vamos a hacer el bizcocho. He elegido uno de mi musa "Bea Roque", es lo más en repostería, y si no la conocéis ya estáis tardando, aunque Su de webos fritos me gusta para bizcochos, la tengo más identificada con los panes.
En primer lugar hacemos una buttermilk añadiendo unas gotas de limón a la leche. Reservamos.
Batimos el azúcar con la mantequilla hasta que quede una crema homogénea y esponjosa. A continuación añadimos los huevos y la yema, de uno en uno, batiendo cada vez hasta que quede totalmente incorporado.
En un bol mezclamos la harina, con la levadura y la sal y lo removemos bien para que quede bien integrado. Preferentemente lo tamizamos.
Añadimos a la masa la mitad de la harina y batimos, luego el buttermilk y batimos de nuevo. Para acabar el resto de la harina y mezclamos otra vez.
Engrasamos el molde y vertemos la mezcla. Horneamos a 180º durante 45 min. aproximadamente o hasta que la aguja salga limpia.
Esperamos a que enfríe para desmoldar, y con una lira dividimos en dos para rellenar con una crema de manzana y queso suave.
Para el relleno colocamos dos manzanas en trocitos pequeños en una sartén con la mantequilla, y dejamos cocer unos veinte minutos a fuego medio, removiendo de vez en cuando. Lo reservamos y dejamos enfriar. A continuación mezclamos con el mascarpone y el azúcar glas y aplicamos con una espátula sobre el bizcocho abierto. Lo cerramos y decoramos por último con la crema de mascarpone y azahar.
Así, mezclamos el marcarpone (300 g) con la mitad de azúcar glas y le añadimos a gusto unas gotas de azahar; removemos nuevamente hasta integrar bien.
Intentaremos que la parte superior quede bien lisa y bien cubierta. Los bordes los trataremos con menos precisión aplicando una pequeña cantidad de crema y extendiéndola mientras giramos la tarta para bordearla con el espátula.
Si la adornamos con una bonita flor quedará más elegante y apetecible. A nosotras nos ha encantado!